Me fui de intercambio universitario a la China buscando lo exótico, y lo encontré. Tanto en ciudades grandes como Beijing y Shanghai como en pueblos pequeñísimos en provincias de las que nunca había escuchado hablar, encontraba todo muy ajeno, muy raro.
Comer era una aventura: había que adivinar qué pedir mirando las fotos de los menús, y a veces cuando llegaba el plato no sabíamos bien qué era lo que teníamos en frente. Los caracteres nos parecían dibujitos, y hasta cuando escribíamos su pronunciación, ningún taxista era capaz de entender el nombre de la calle que repetíamos mil veces tratando en vano de dar con la entonación correcta.
Nunca entendimos la moda de nuestras compañeras chinas, aunque nos parecía divertidísima. Nos rogaban que vayamos a la peluquería con ellas, horrorizadas con la simplicidad de los cortes de nuestros pelos. Tampoco entendíamos como la gente en la calle podía pasarse tantas horas descansando de cuclillas cuando para nosotros era una posición incómoda y dolorosa. Recuerdo que muchas veces comentábamos que China era otro planeta.
Por eso al regresar al Perú, me sorprendió muchísimo encontrarme con China por todas partes. Miré a mi país y mi ciudad con otros ojos, y fui notando los caracteres escritos en las micros, la abundancia de chifas, lo parecido que es el lomo saltado a los platos que comíamos en la China. Todo siempre había estado ahí – se puede trazar hasta la inmigración china del siglo XIX – solo que yo nunca la había notado.
El Perú tiene la colonia china más importante de Latinoamérica, y está tan integrada que muchas cosas que nos parecen muy peruanas, tienen algo de chinas. Es más, se calcula que por lo menos el 8% de los peruanos tenemos ascendencia china.
A esa China inmigrante sur y del Siglo XIX se le suma otra, del norte y del siglo XXI. Los chifas de la calle Capón ahora conviven con los restaurante chinos de Aviación. Los chinos comerciantes ahora conversan con los ingenieros de las grandes compañías estatales chinas que invierten en el Perú.
Tantas Chinas en un país tan lejano. Qué increíble encontrar lo exótico escondido entre lo cotidiano, lo ajeno en lo proprio, la China en el Perú.
Monday, March 28, 2011
Wednesday, December 15, 2010
Chindia: el centro del mundo
Lucía Benavides (*)
Los chinos llaman a su país "Zhong Guo" – el país del centro – y por miles de años, por lo menos en términos de su participación en el PBI mundial, lo ha sido. Según una investigación del profesor Angus Maddison, de la Universidad de Groningen, desde el año 1 hasta 1820 China e India han representado más del 45% del PBI mundial en términos de paridad de poder adquisitivo. El Occidente como gran poder económico es un fenómeno de los últimos 200 años.
El reciente surgimiento de China e India por ello debe entenderse como un resurgimiento, y no nos debería sorprender. Con más del 37% de la población mundial, lo que nos debería impresionar es que se hayan demorado tanto en comenzar a desarrollarse. Y aunque ya hablamos de su gran crecimiento, la transformación de China e India recién comienza. En el 2000, tan solo producían 5% del PBI mundial, pero en el año 2015 se espera que ambas produzcan 15%. Pensando más a futuro, el incremento en la producción de ambos del 2009 al 2050 será mayor al PBI de todo el mundo en el 2009. China desplazará a Estados Unidos como la primera economía del mundo; India ocupará el tercer lugar.
Hoy, China e India son países bastante rurales. 11% del PBI de China y 18% del PBI de India son agrícolas. En comparación, el PBI agrícola de Estados Unidos y de Japón es 1%. La población urbana de China es menos del 45% del total, y en India la cifra es menos de un tercio.
En 20 años, China tendrá 221 ciudades con más de un millón de personas e India, 68. El incremento en la población urbana china será mayor que toda la población de Estados Unidos. En el caso de India, el incremento será mayor que la población actual de Brasil. En ambos casos, los residentes de estas ciudades tendrán empleos más productivos y mejor pagados que los que hubieran tenido en el campo. El desarrollo de estas ciudades y de la clase media que las habitará será el motor del crecimiento de China e India.
Es así como el centro del mundo emigrará de occidente a oriente. Podemos preocuparnos e interpretar esto como una crisis del orden global, o podemos hacer como los propios chinos que escriben crisis usando dos caracteres: peligro y oportunidad.
Para los países desarrollados de Occidente, el surgimiento de los gigantes asiáticos representa una pérdida relativa de poder, pero en términos absolutos seguirán estando entre los países más ricos. El comercio y las relaciones Sur-Sur (es decir, entre países en vías de desarrollo) serán cada vez más importantes. Dibujaremos mapamundis con el Pacífico al centro en lugar del Atlántico.
Para nosotros, estas grandes ciudades de China e India representan una gran oportunidad. Demandarán los metales y minerales que nosotros producimos para construir su infraestructura, y sus residentes – que tendrán mayor poder adquisitivo del que tendrían en el campo – son un mercado potencial gigantesco para nuestras exportaciones no tradicionales.
China e India van a crecer muchísimo y muy rápido en las siguientes décadas, y en el centro estarán las grandes ciudades asiáticas del futuro. Seremos como los primeros comerciantes que llegaron a China, cuando Occidente representaba tan solo una fracción del PBI chino, anonadados con la inmensidad y el movimiento de las ciudades del país del centro.
(*): Analista de Macroconsult.
publicado en el diario gestión, 15.12.10
Los chinos llaman a su país "Zhong Guo" – el país del centro – y por miles de años, por lo menos en términos de su participación en el PBI mundial, lo ha sido. Según una investigación del profesor Angus Maddison, de la Universidad de Groningen, desde el año 1 hasta 1820 China e India han representado más del 45% del PBI mundial en términos de paridad de poder adquisitivo. El Occidente como gran poder económico es un fenómeno de los últimos 200 años.
El reciente surgimiento de China e India por ello debe entenderse como un resurgimiento, y no nos debería sorprender. Con más del 37% de la población mundial, lo que nos debería impresionar es que se hayan demorado tanto en comenzar a desarrollarse. Y aunque ya hablamos de su gran crecimiento, la transformación de China e India recién comienza. En el 2000, tan solo producían 5% del PBI mundial, pero en el año 2015 se espera que ambas produzcan 15%. Pensando más a futuro, el incremento en la producción de ambos del 2009 al 2050 será mayor al PBI de todo el mundo en el 2009. China desplazará a Estados Unidos como la primera economía del mundo; India ocupará el tercer lugar.
Hoy, China e India son países bastante rurales. 11% del PBI de China y 18% del PBI de India son agrícolas. En comparación, el PBI agrícola de Estados Unidos y de Japón es 1%. La población urbana de China es menos del 45% del total, y en India la cifra es menos de un tercio.
En 20 años, China tendrá 221 ciudades con más de un millón de personas e India, 68. El incremento en la población urbana china será mayor que toda la población de Estados Unidos. En el caso de India, el incremento será mayor que la población actual de Brasil. En ambos casos, los residentes de estas ciudades tendrán empleos más productivos y mejor pagados que los que hubieran tenido en el campo. El desarrollo de estas ciudades y de la clase media que las habitará será el motor del crecimiento de China e India.
Es así como el centro del mundo emigrará de occidente a oriente. Podemos preocuparnos e interpretar esto como una crisis del orden global, o podemos hacer como los propios chinos que escriben crisis usando dos caracteres: peligro y oportunidad.
Para los países desarrollados de Occidente, el surgimiento de los gigantes asiáticos representa una pérdida relativa de poder, pero en términos absolutos seguirán estando entre los países más ricos. El comercio y las relaciones Sur-Sur (es decir, entre países en vías de desarrollo) serán cada vez más importantes. Dibujaremos mapamundis con el Pacífico al centro en lugar del Atlántico.
Para nosotros, estas grandes ciudades de China e India representan una gran oportunidad. Demandarán los metales y minerales que nosotros producimos para construir su infraestructura, y sus residentes – que tendrán mayor poder adquisitivo del que tendrían en el campo – son un mercado potencial gigantesco para nuestras exportaciones no tradicionales.
China e India van a crecer muchísimo y muy rápido en las siguientes décadas, y en el centro estarán las grandes ciudades asiáticas del futuro. Seremos como los primeros comerciantes que llegaron a China, cuando Occidente representaba tan solo una fracción del PBI chino, anonadados con la inmensidad y el movimiento de las ciudades del país del centro.
(*): Analista de Macroconsult.
publicado en el diario gestión, 15.12.10
Thursday, May 20, 2010
Young.org.pe
published in blowbackonline 5.16.2010
In 2002, there were only two intercollegiate organizations led by people younger than 30 in Lima, Peru. Today, there are more than 200 organizations in Peru founded and led by people who have not started or are just beginning their professional life.
In Peru, “young” is no longer synonymous with inexperienced; emboldened with new communication technology, young Peruvians are finding innovative ways to tackle one of the country’s greatest challenges – an education system that is on par with Haiti’s.
But why now?, I asked Álvaro Henzler – executive director of Enseña Perú, the Peruvian version of Teach for America. “It’s not that I am crazy,” he explained, “or that I am better or worse than my siblings (who pursued more traditional career paths) it’s just that the country’s context is permitting these types of things.”
In the last 30 or 40 years, he explained, Peru has experienced a profound political, social, and economical abyss. For 40 years, there has always been a feeble element in the social-political-economical axis. In the midst of so much instability, the priority was survival and social endeavors like Enseña Perú did not pay any money. Fujimori (president 1990-2000) for example, was very successful in boosting our economy and ending terrorism, but his rule was marked by a democratic deficit.
Since the year 2000, Álvaro affirms, the three elements of this axis have grown stronger, and people have begun to love their country in a different way: they have discarded the developing country dream of working to climb out of a hole, and instead work to build something since there is no hole. Goals cease to be distant accomplishments that will be enjoyed solely by future generations, and become checkpoints that can be reached in the near future and benefit the country these young people are living in today.
Chantal Le Bienvenu, president of the NGO Minkando, explained to me that empowered by this country-wide context, young people today do not feel like they have to wait 20 years until they can do something for their country. The new generation being formed in universities that emphasize social responsibility and promote internships in rural communities wants to get involved today. And using technological media like webpages, facebook, twitter, etc., they can coordinate, promote, and discuss their projects and ideas in ways their parents could only dream of.
“A context marked by more possibilities,” explained Chantal, “brings out the best in people.” “And companies,” she added, “are starting to recognize the value in people that are involved in social projects.”
Chantal and Álvaro, both members of said generation, head two newly-funded NGOs dedicated to improving education in Peru.
Chantal believes in the value of alternative education and highlights the lack of healthy spaces available for children to develop in a more integral manner. Traditional education in Peru, as Chantal points out, is based mostly in the repetitive regurgitation of information that does not take into account each child’s individual needs. Surrounded by poverty, machismo, discrimination, and violence, these children need more than that. Minkando’s volunteers visit some of the poorest communities in the provinces and through interactive games create spaces where each child is valued and learns to relate to others in a more positive manner.
Álvaro thinks the greatest impact is obtained through the teacher in the classroom, and thus works to bring recently graduated students from the best universities to occupy these roles. Enseña Perú’s young leaders are not volunteers; they receive a salary and work full time for two years in schools in Lima and the neighboring Callao. According to Álvaro, Peru ranks highly in cuisine, economy and finance because the most talented Peruvian people got involved in these topics. “To improve our education system,” he concluded, “we have to get the most talented people involved in education so they impact children and train themselves to become leaders in this area.”
But although they are fully committed to their projects, both Álvaro and Chantal agree that their answers to the education problem are part of a bigger whole. “Something different is happening,” Álvaro noted, “because we are thinking less about ourselves and our NGOs and more about how we play a role within a community of agents from various organizations that fulfill an important role in society.”
In a country whose entire history of civilization has been marked by vertical leadership models – the Inca, the viceroyalty, the Roman Catholic Church, military presidencies – rejecting the paternalistic tendency to depend on a “superman” to singlehandedly solve all problems, and instead choosing to create a network of actors to address an issue is truly remarkable.
While in 2002 there were only two intercollegiate groups led by people under thirty, there are now so many NGOs that at least three groups have been formed to create synergies and avoid duplicating efforts. Each organization maintains its independence and focuses on what it does best, but in recognition of common goals, these groups function like platforms for cooperation and communication that potentiate their member NGOs as a network. Enseña Perú and Minkando, for example, belong to Jóvenes por la Educación. “Our parents,” Chantal observed, “could never have started coordinating bodies like this because they depend too heavily on internet resources.”
Many of these NGOs even exhibit horizontal leadership structures similar to the ones employed in these coordinating bodies within their organizations. Chantal explained that Minkando is an incubator for new ideas, incorporating input from their volunteers into the visits to the provinces, and even creating new programs suggested by their peers.
Apart from the obvious benefits of working with young people – flexibility in schedule and lack of major responsibilities – Chantal believes there is an added benefit in working with “young talent”: a greater openness to new ideas, creativity, a thirst for adventure. The active role volunteers adopt in Minkando proves how much she values the abilities, commitment and ideas of her peers.
The educational system in Peru is notorious for its hostility and complexity. Álvaro, Chantal, and all those that work with them have taken advantage of a historical opportunity in Peru’s history to rise to the challenge. I think they will be successful not despite their youth, but partly because of it.
In 2002, there were only two intercollegiate organizations led by people younger than 30 in Lima, Peru. Today, there are more than 200 organizations in Peru founded and led by people who have not started or are just beginning their professional life.
In Peru, “young” is no longer synonymous with inexperienced; emboldened with new communication technology, young Peruvians are finding innovative ways to tackle one of the country’s greatest challenges – an education system that is on par with Haiti’s.
But why now?, I asked Álvaro Henzler – executive director of Enseña Perú, the Peruvian version of Teach for America. “It’s not that I am crazy,” he explained, “or that I am better or worse than my siblings (who pursued more traditional career paths) it’s just that the country’s context is permitting these types of things.”
In the last 30 or 40 years, he explained, Peru has experienced a profound political, social, and economical abyss. For 40 years, there has always been a feeble element in the social-political-economical axis. In the midst of so much instability, the priority was survival and social endeavors like Enseña Perú did not pay any money. Fujimori (president 1990-2000) for example, was very successful in boosting our economy and ending terrorism, but his rule was marked by a democratic deficit.
Since the year 2000, Álvaro affirms, the three elements of this axis have grown stronger, and people have begun to love their country in a different way: they have discarded the developing country dream of working to climb out of a hole, and instead work to build something since there is no hole. Goals cease to be distant accomplishments that will be enjoyed solely by future generations, and become checkpoints that can be reached in the near future and benefit the country these young people are living in today.
Chantal Le Bienvenu, president of the NGO Minkando, explained to me that empowered by this country-wide context, young people today do not feel like they have to wait 20 years until they can do something for their country. The new generation being formed in universities that emphasize social responsibility and promote internships in rural communities wants to get involved today. And using technological media like webpages, facebook, twitter, etc., they can coordinate, promote, and discuss their projects and ideas in ways their parents could only dream of.
“A context marked by more possibilities,” explained Chantal, “brings out the best in people.” “And companies,” she added, “are starting to recognize the value in people that are involved in social projects.”
Chantal and Álvaro, both members of said generation, head two newly-funded NGOs dedicated to improving education in Peru.
Chantal believes in the value of alternative education and highlights the lack of healthy spaces available for children to develop in a more integral manner. Traditional education in Peru, as Chantal points out, is based mostly in the repetitive regurgitation of information that does not take into account each child’s individual needs. Surrounded by poverty, machismo, discrimination, and violence, these children need more than that. Minkando’s volunteers visit some of the poorest communities in the provinces and through interactive games create spaces where each child is valued and learns to relate to others in a more positive manner.
Álvaro thinks the greatest impact is obtained through the teacher in the classroom, and thus works to bring recently graduated students from the best universities to occupy these roles. Enseña Perú’s young leaders are not volunteers; they receive a salary and work full time for two years in schools in Lima and the neighboring Callao. According to Álvaro, Peru ranks highly in cuisine, economy and finance because the most talented Peruvian people got involved in these topics. “To improve our education system,” he concluded, “we have to get the most talented people involved in education so they impact children and train themselves to become leaders in this area.”
But although they are fully committed to their projects, both Álvaro and Chantal agree that their answers to the education problem are part of a bigger whole. “Something different is happening,” Álvaro noted, “because we are thinking less about ourselves and our NGOs and more about how we play a role within a community of agents from various organizations that fulfill an important role in society.”
In a country whose entire history of civilization has been marked by vertical leadership models – the Inca, the viceroyalty, the Roman Catholic Church, military presidencies – rejecting the paternalistic tendency to depend on a “superman” to singlehandedly solve all problems, and instead choosing to create a network of actors to address an issue is truly remarkable.
While in 2002 there were only two intercollegiate groups led by people under thirty, there are now so many NGOs that at least three groups have been formed to create synergies and avoid duplicating efforts. Each organization maintains its independence and focuses on what it does best, but in recognition of common goals, these groups function like platforms for cooperation and communication that potentiate their member NGOs as a network. Enseña Perú and Minkando, for example, belong to Jóvenes por la Educación. “Our parents,” Chantal observed, “could never have started coordinating bodies like this because they depend too heavily on internet resources.”
Many of these NGOs even exhibit horizontal leadership structures similar to the ones employed in these coordinating bodies within their organizations. Chantal explained that Minkando is an incubator for new ideas, incorporating input from their volunteers into the visits to the provinces, and even creating new programs suggested by their peers.
Apart from the obvious benefits of working with young people – flexibility in schedule and lack of major responsibilities – Chantal believes there is an added benefit in working with “young talent”: a greater openness to new ideas, creativity, a thirst for adventure. The active role volunteers adopt in Minkando proves how much she values the abilities, commitment and ideas of her peers.
The educational system in Peru is notorious for its hostility and complexity. Álvaro, Chantal, and all those that work with them have taken advantage of a historical opportunity in Peru’s history to rise to the challenge. I think they will be successful not despite their youth, but partly because of it.
Monday, April 12, 2010
Me suena a chino - Interpretando al dragón a través de sus rugidos
Published on Revista Ideele (http://www.revistaideele.com) abril 2010
Lucía Benavides
El 8 del 8 del 2008, a las 8:08 p.m., la República Popular China se vistió de gala frente al mundo para inaugurar las Olimpiadas de Beijing con una ceremonia tan impresionante como meticulosamente planeada. Ese mismo día, más de 16.000 parejas contrajeron matrimonio a las 8 a.m. en la capital china, sumándose a las más de 100.000 parejas que lo hicieron en todo el país del dragón.
La abundancia de ochos no es ninguna coincidencia: en mandarín y cantonés, el número 8 (ba, baat) suena como prosperar y fortuna (fa, faat). Y eso hace del 8 un número extremadamente “auspicioso”.
Cómo suena
“Suena como” es una explicación común en la China. Los ascensores no tienen pisos 4 (si) ni 14 (shi si), porque suenan como muerte. No se debe regalar un reloj (zhong) porque suena como final o morir, ni un paraguas (san) porque se oye como separar. En cambio, es de muy buena suerte recibir zapatos tradicionales por tu matrimonio, ya que zapato (xie) suena igual que harmonía.
Los sonidos dictan hasta el calendario. El Día Internacional de la Mujer, que se celebra el 8 de marzo en todo el mundo, se conmemora en la China el 7. Y es que tres y ocho suena como un insulto muy denigrante para la mujer.
A la hora de comer también hay que estar pendiente de los sonidos. Al escoger el relleno para los ravioles chinos, por ejemplo, es importante considerar que apio (qin) suena como diligente, poro (jiu) como un largo tiempo, cordero (yang) como vasto, col (bai) como cien y significa cien tesoros. Casi todos los platos vienen servidos con un “suena como”, más aun si se trata de los platos de las festividades chinas.
En el nuevo año chino, por ejemplo, la gente del sur come nian gao —una torta de harina de arroz glutinoso—, ya que suena como “año alto” y se interpreta como “mejor cada año”. Los niños reciben sobres rojos con dinero, generalmente ocho yuanes. Y en las puertas cuelgan carteles con el caracter de la palabra suerte (fu); pero al revés, ya que al revés (dao) suena como llegar.
Este juego de sonidos ha llegado hasta el Perú. Muchos chifas tienen peceras porque pez (fu) suena como abundancia. Comer pescado, tener peces y decorar con dibujos de peces traen abundante suerte, amor, felicidad y dinero.
En resumen, a los chinos cada palabra les suena a otra. Son una cultura homofónica: muchas de sus costumbres derivan del parecido sonoro entre palabras. Pero ¿por qué los chinos andan tan pendientes de los homófonos cuando a nosotros nos tiene despreocupados la relación entre botar y votar, contesto y contexto, ceda y seda?
El caracter del homófono
Es que realmente, en mandarín, cada palabra suena a otra. El idioma solo tiene 400 sílabas posibles. Si añadimos cuatro tonos y un tono neutro, entonces el número sube hasta 1.100. El inglés, sin hacer diferencias de tono, cuenta con 80.000.
Para complicar más las cosas, los caracteres no representan palabras enteras sino sílabas. Por eso hay sonidos que están asociados a muchos caracteres diferentes. Para los chinos, no es difícil distinguir entre los diferentes tonos. Pero para un extranjero la diferencia entre “ná” con tono ascendente, “nà” con tono descendente, “nā” con tono sostenido, “nǎ” con tono descendente-ascendente, o “na” con tono neutro puede ser demasiado sutil. Más aun cuando los tonos cambian en relación con los tonos de las sílabas que los rodean.
Como bien dice el profesor Benjamín Gutiérrez González, del Centro Cultural Beijing: “Es el contexto en que cada sonido adquiere significado. […] “Cuando uno está aprendiendo, uno a las justas sabe dos o tres homófonos. Pero mientras va avanzando se da cuenta de que hay más, y cuando uno escucha un diálogo o una conversación piensa que están diciendo lo que uno sabe, pero en verdad están diciendo otras cosas”.
Lean al león
Cuando empecé a estudiar mandarín, algunos amigos me recomendaron obviar los caracteres y solo aprender a conversar. El chino —me han comentado muchas veces— no va a ser un idioma global hasta que se libre de las limitaciones de los caracteres que son, esencialmente, “pictogramas anacrónicos”.
No es una idea nueva, ni una idea exclusivamente de extranjeros. A comienzos del siglo pasado, un grupo de lingüistas chinos creó un sistema para escribir el mandarín fonéticamente que denominaron Gwoyeu Romatzyh. Aunque oficialmente el propósito era estandarizar la pronunciación del idioma, algunos de sus creadores tenían metas más ambiciosas: usar este sistema como una forma práctica de escribir el mandarín.
Paradójicamente, fue Zhao Yuanren —uno de los creadores del Gwoyeu Romatzyh— quien presentó uno de los mejores argumentos en contra de reemplazar los caracteres por un sistema fonético como aquél o el sistema que usamos hoy en día, el pinyin.
El argumento es una historia titulada “El poeta come leones en una guarida de piedra” y dice lo siguiente:
Un poeta llamado Shi Shi vivía en una guarida de piedra y le gustaban los leones. Como había prometido comer diez leones, se iba al mercado todos los días a las diez para buscar leones. De pronto diez leones vinieron al mercado. Shi Shi mató a los diez leones con su arco y sus flechas. Shi recogió los cuerpos de los diez leones, pero cuando llegó a su casa, la guarida de piedra estaba húmeda. Shi le pidió a su sirviente que la limpie y luego comenzó a comer los cuerpos de los diez leones tan solo para darse cuenta de que eran diez leones de piedra, por lo que trató de botar los cuerpos.
En caracteres la historia, aunque un poco ridícula, se puede entender:
《施氏食獅史》
石室詩士施氏, 嗜獅, 誓食十獅。
氏時時適市視獅。
十時, 適十獅適市。
是時, 適施氏適市。
氏視是十獅, 恃矢勢, 使是十獅逝世。
氏拾是十獅屍, 適石室。
石室濕, 氏使侍拭石室。
石室拭, 氏始試食是十獅。
食時, 始識是十獅, 實十石獅屍。
試釋是事。
En pinyin, sin embargo, hasta empleando tonos es imposible:
“Shī Shì shí shī shǐ”
Shíshì shīshì Shī Shì, shì shī, shì shí shí shī.
Shì shíshí shì shì shì shī.
Shí shí, shì shí shī shì shì.
Shì shí, shì Shī Shì shì shì.
Shì shì shì shí shī, shì shǐ shì, shǐ shì shí shī shìshì.
Shì shí shì shí shī shī, shì shíshì.
Shíshì shī, Shì shǐ shì shì shíshì.
Shíshì shì, Shì shǐ shì shí shì shí shī.
Shí shí, shǐ shí shì shí shī, shí shí shí shī shī.
Shì shì shì shì.
[Fuente: Mr. China. Tom Clissold: NYC: Harper Collins, 2004.]
Fue así, leyendo al león, que me resigné a aprender los “anacrónicos pictogramas”.
Homofilia
Los homónimos, según el profesor Benjamín, no son una limitación del lenguaje sino una dificultad. Los chinos, me dice, usan mucho los homófonos en sus chistes y su literatura.
Algún día espero poder apreciar estas sutilezas del lenguaje. Hoy sigo entendiendo náda, nàda, nāda, nǎda, y a veces nada. Me consuelo con mi lista de curiosidades chinas.
Quizá debería hacer como Coca-Cola y usar los homófonos a mi favor. Y es que en el Perú tomamos Coca.Cola. En la China toman kekou kele. Suena como Coca-Cola, pero significa “dejar que la boca sea feliz”. O tal vez debería ser como mi tutor, que se llama Jiangyi-Jiang, como su cuidad, Zhanjiang, y yi, como uno. Es decir, el número uno de su ciudad.
Olvidándonos de dragones, leones y demás animales, hay que admitir que para eso no se presta cualquier idioma.
Cuando empecé a estudiar mandarín, algunos amigos me recomendaron obviar los caracteres y solo aprender a conversar. El chino —me han comentado muchas veces— no va a ser un idioma global hasta que se libre de las limitaciones de los caracteres que son, esencialmente, “pictogramas anacrónicos”.
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Lucía Benavides
El 8 del 8 del 2008, a las 8:08 p.m., la República Popular China se vistió de gala frente al mundo para inaugurar las Olimpiadas de Beijing con una ceremonia tan impresionante como meticulosamente planeada. Ese mismo día, más de 16.000 parejas contrajeron matrimonio a las 8 a.m. en la capital china, sumándose a las más de 100.000 parejas que lo hicieron en todo el país del dragón.
La abundancia de ochos no es ninguna coincidencia: en mandarín y cantonés, el número 8 (ba, baat) suena como prosperar y fortuna (fa, faat). Y eso hace del 8 un número extremadamente “auspicioso”.
Cómo suena
“Suena como” es una explicación común en la China. Los ascensores no tienen pisos 4 (si) ni 14 (shi si), porque suenan como muerte. No se debe regalar un reloj (zhong) porque suena como final o morir, ni un paraguas (san) porque se oye como separar. En cambio, es de muy buena suerte recibir zapatos tradicionales por tu matrimonio, ya que zapato (xie) suena igual que harmonía.
Los sonidos dictan hasta el calendario. El Día Internacional de la Mujer, que se celebra el 8 de marzo en todo el mundo, se conmemora en la China el 7. Y es que tres y ocho suena como un insulto muy denigrante para la mujer.
A la hora de comer también hay que estar pendiente de los sonidos. Al escoger el relleno para los ravioles chinos, por ejemplo, es importante considerar que apio (qin) suena como diligente, poro (jiu) como un largo tiempo, cordero (yang) como vasto, col (bai) como cien y significa cien tesoros. Casi todos los platos vienen servidos con un “suena como”, más aun si se trata de los platos de las festividades chinas.
En el nuevo año chino, por ejemplo, la gente del sur come nian gao —una torta de harina de arroz glutinoso—, ya que suena como “año alto” y se interpreta como “mejor cada año”. Los niños reciben sobres rojos con dinero, generalmente ocho yuanes. Y en las puertas cuelgan carteles con el caracter de la palabra suerte (fu); pero al revés, ya que al revés (dao) suena como llegar.
Este juego de sonidos ha llegado hasta el Perú. Muchos chifas tienen peceras porque pez (fu) suena como abundancia. Comer pescado, tener peces y decorar con dibujos de peces traen abundante suerte, amor, felicidad y dinero.
En resumen, a los chinos cada palabra les suena a otra. Son una cultura homofónica: muchas de sus costumbres derivan del parecido sonoro entre palabras. Pero ¿por qué los chinos andan tan pendientes de los homófonos cuando a nosotros nos tiene despreocupados la relación entre botar y votar, contesto y contexto, ceda y seda?
El caracter del homófono
Es que realmente, en mandarín, cada palabra suena a otra. El idioma solo tiene 400 sílabas posibles. Si añadimos cuatro tonos y un tono neutro, entonces el número sube hasta 1.100. El inglés, sin hacer diferencias de tono, cuenta con 80.000.
Para complicar más las cosas, los caracteres no representan palabras enteras sino sílabas. Por eso hay sonidos que están asociados a muchos caracteres diferentes. Para los chinos, no es difícil distinguir entre los diferentes tonos. Pero para un extranjero la diferencia entre “ná” con tono ascendente, “nà” con tono descendente, “nā” con tono sostenido, “nǎ” con tono descendente-ascendente, o “na” con tono neutro puede ser demasiado sutil. Más aun cuando los tonos cambian en relación con los tonos de las sílabas que los rodean.
Como bien dice el profesor Benjamín Gutiérrez González, del Centro Cultural Beijing: “Es el contexto en que cada sonido adquiere significado. […] “Cuando uno está aprendiendo, uno a las justas sabe dos o tres homófonos. Pero mientras va avanzando se da cuenta de que hay más, y cuando uno escucha un diálogo o una conversación piensa que están diciendo lo que uno sabe, pero en verdad están diciendo otras cosas”.
Lean al león
Cuando empecé a estudiar mandarín, algunos amigos me recomendaron obviar los caracteres y solo aprender a conversar. El chino —me han comentado muchas veces— no va a ser un idioma global hasta que se libre de las limitaciones de los caracteres que son, esencialmente, “pictogramas anacrónicos”.
No es una idea nueva, ni una idea exclusivamente de extranjeros. A comienzos del siglo pasado, un grupo de lingüistas chinos creó un sistema para escribir el mandarín fonéticamente que denominaron Gwoyeu Romatzyh. Aunque oficialmente el propósito era estandarizar la pronunciación del idioma, algunos de sus creadores tenían metas más ambiciosas: usar este sistema como una forma práctica de escribir el mandarín.
Paradójicamente, fue Zhao Yuanren —uno de los creadores del Gwoyeu Romatzyh— quien presentó uno de los mejores argumentos en contra de reemplazar los caracteres por un sistema fonético como aquél o el sistema que usamos hoy en día, el pinyin.
El argumento es una historia titulada “El poeta come leones en una guarida de piedra” y dice lo siguiente:
Un poeta llamado Shi Shi vivía en una guarida de piedra y le gustaban los leones. Como había prometido comer diez leones, se iba al mercado todos los días a las diez para buscar leones. De pronto diez leones vinieron al mercado. Shi Shi mató a los diez leones con su arco y sus flechas. Shi recogió los cuerpos de los diez leones, pero cuando llegó a su casa, la guarida de piedra estaba húmeda. Shi le pidió a su sirviente que la limpie y luego comenzó a comer los cuerpos de los diez leones tan solo para darse cuenta de que eran diez leones de piedra, por lo que trató de botar los cuerpos.
En caracteres la historia, aunque un poco ridícula, se puede entender:
《施氏食獅史》
石室詩士施氏, 嗜獅, 誓食十獅。
氏時時適市視獅。
十時, 適十獅適市。
是時, 適施氏適市。
氏視是十獅, 恃矢勢, 使是十獅逝世。
氏拾是十獅屍, 適石室。
石室濕, 氏使侍拭石室。
石室拭, 氏始試食是十獅。
食時, 始識是十獅, 實十石獅屍。
試釋是事。
En pinyin, sin embargo, hasta empleando tonos es imposible:
“Shī Shì shí shī shǐ”
Shíshì shīshì Shī Shì, shì shī, shì shí shí shī.
Shì shíshí shì shì shì shī.
Shí shí, shì shí shī shì shì.
Shì shí, shì Shī Shì shì shì.
Shì shì shì shí shī, shì shǐ shì, shǐ shì shí shī shìshì.
Shì shí shì shí shī shī, shì shíshì.
Shíshì shī, Shì shǐ shì shì shíshì.
Shíshì shì, Shì shǐ shì shí shì shí shī.
Shí shí, shǐ shí shì shí shī, shí shí shí shī shī.
Shì shì shì shì.
[Fuente: Mr. China. Tom Clissold: NYC: Harper Collins, 2004.]
Fue así, leyendo al león, que me resigné a aprender los “anacrónicos pictogramas”.
Homofilia
Los homónimos, según el profesor Benjamín, no son una limitación del lenguaje sino una dificultad. Los chinos, me dice, usan mucho los homófonos en sus chistes y su literatura.
Algún día espero poder apreciar estas sutilezas del lenguaje. Hoy sigo entendiendo náda, nàda, nāda, nǎda, y a veces nada. Me consuelo con mi lista de curiosidades chinas.
Quizá debería hacer como Coca-Cola y usar los homófonos a mi favor. Y es que en el Perú tomamos Coca.Cola. En la China toman kekou kele. Suena como Coca-Cola, pero significa “dejar que la boca sea feliz”. O tal vez debería ser como mi tutor, que se llama Jiangyi-Jiang, como su cuidad, Zhanjiang, y yi, como uno. Es decir, el número uno de su ciudad.
Olvidándonos de dragones, leones y demás animales, hay que admitir que para eso no se presta cualquier idioma.
Cuando empecé a estudiar mandarín, algunos amigos me recomendaron obviar los caracteres y solo aprender a conversar. El chino —me han comentado muchas veces— no va a ser un idioma global hasta que se libre de las limitaciones de los caracteres que son, esencialmente, “pictogramas anacrónicos”.
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Tuesday, December 22, 2009
Haya más allá del APRA
(publicado en revista ideele, dic 2009)
A Víctor Raúl Haya de la Torre le gustaba citar a Aristóteles diciendo “el hombre es un animal político”, para luego agregar “si no es político, se queda en animal”. ¿Cómo hablar del hombre entonces, más allá de la política?
Conocí a Víctor Raúl escuchando sus discursos en las plazas de los libros de historia, ubicadas convenientemente bajo subtítulos como “APRA” o “Política del siglo XX”. Luego conocí a otro Haya, un hombre familiar que hacía esperar en la calle a la política mientras almorzaba en la casa de mis abuelos años antes de que yo naciera. No tocaba la política en la casa, me cuenta mi tía Blanca Benavides de Morales.
El hombre de familia
Víctor Raúl no se casó ni tuvo hijos. Quizá buscando la familia que no creó visitaba a su prima Mercedes, mi bisabuela, en su casa de la avenida Arequipa y luego en la casa de mis abuelos, en Miraflores. Eran como hermanos —me dice mi abuela, Elsa Ganoza de Benavides—: muy unidos desde criaturas.
Mercedes de la Torre es una constante en la vida de Víctor Raúl. Los dos nacieron en 1895 en Trujillo y murieron uno después del otro, los dos a los ochenta y cuatro años. Hablaban casi todas las mañanas por teléfono —por horas, añade mi abuela—, hasta cuando Haya estaba asilado en la Embajada de Colombia. Mientras Víctor Raúl estuvo preso en el Panóptico, Mercedes le mandó todos los días la vianda, temiendo que lo envenenaran. Cuando Haya residía en Roma, viajaron juntos por Europa acompañados por mi bisabuelo Eduardo Ganoza y mi tía Florencia Cabrera. Villa Mercedes, la casa de Vitarte donde Víctor Raúl residió los últimos veinte años de su vida, pertenecía a mi bisabuela. Porque Haya no tenía dinero —explica mi tía Blanca—; cabeza es lo que tenía —agrega mi abuela—.
Mi tía Blanca recuerda que cuando era chica, sentada en la misma mesa donde ahora yo la entrevisto, se impresionaba al ver que Víctor Raúl se paraba en la mitad del almuerzo y recitaba una poesía, y después la mamama Mercedes contestaba otra, y así seguían. Valdelomar, Vallejo… empezaban y no paraban.
Tenía una memoria de elefante —exclama mi abuela—, y de qué no sabía el Viejo. Le hablabas de la China —me dice mi abuelo, Alberto Benavides de la Quintana— y sabía de la China. Le hablabas de la India, sabía de la India: que su religión, que sus costumbres, todo sabía.
Era un hombre interesantísimo —comenta mi tía Blanca—; con decirte que yo tenía muchos amigos antiapristas, de familias antiapristas, y venía Víctor Raúl y me decía que quería reunirse con un grupo de mis amigos, y no se hablaba nada de política, absolutamente nada de política; nos podíamos quedar hasta las dos, tres de la mañana. Él hablaba y todos se quedaban con la boca abierta.
Cuenta mi abuelo que cuando tenía como cuarenta años leyó Ariel, del uruguayo José Enrique Rodó. Justo cuando acababa de terminar de leer el libro lo llamó su suegra, Mercedes, y le preguntó si podía ir a almorzar a su casa, que Víctor Raúl iba a ir. Ésta es la mía —pensó mi abuelo—: le voy a hablar de Ariel y de Rodó. Pero no lo fue. Lo sabía mejor que yo —dice mi abuelo, impresionado todavía después de tantos años—. Yo lo acababa de leer, pero él sabía todo y se acordaba de todo, aunque lo había leído, no sé, veinte años atrás.
El educador
Víctor Raúl era un hombre exquisito como intelectual —señala mi tío Roque Benavides—: hablaba inglés, alemán, francés, italiano; conoció a Einstein. No le importaba el aplauso fácil —me dice—; más allá de ser un orador de arengas, era un hombre al que le gustaba dejar un mensaje. Era un educador por esencia, un maestro.
En Trujillo, por 1972, 1973 —recuerda mi tío Roque—, le escuché un discurso de lo más aburrido en ese momento, sobre la estadística. Decía algo así: Lo que diferencia a los países desarrollados de los subdesarrollados es que los desarrollados tienen estadística y saben cómo planificar y hacia dónde ir, porque tienen una base de información. Los países subdesarrollados —nota mi tío Roque— ni siquiera el día de hoy tenemos cifras claras de desnutrición, de empleo, hasta de inflación, y entonces a partir de esas cifras no tan claras tenemos que planificar hacia el futuro.
Ese día, en Trujillo —cuenta mi tío Roque—, el público estaba esperando arengas del político, del hombre que daba un discurso el 22 de febrero (el día de su cumpleaños y el Día de la Fraternidad) en Lima y en Trujillo todos los años. Pero Víctor Raúl no estaba en las arengas sino en la educación.
Era un maestro dedicado, me dice Roque. Así como conversaba con los amigos de mi tía Blanca hasta las dos o tres de la mañana, y con los de mi abuelo hasta las cuatro o cinco (hablando él más de lo que hablábamos nosotros, aclara mi tía Blanca), me explica Roque que se pasaba hasta las cuatro o cinco de la mañana en el Partido Aprista todos los días dictando clase y conversando con la gente porque ésa era la hora en la que estaban libres. Y después llegaba a Villa Mercedes y se dedicaba a escribir. ¿Y a quién? —pregunta Roque—: a sus seguidores: de nuevo a enseñar.
El perseguido
Me cuenta mi abuelo que en el año 1938 o 1939, cuando era un alumno de segundo año de Ingeniería, fue a la casa de su tío Augusto Benavides porque le había hecho un plano de un terreno detrás de su casa, en lo que ahora es Los Cóndores. El tío Augusto se lo había pedido, pues quería denunciar el terreno para poder construir otras casas. Cuando llegó, el tío Augusto lo invitó a pasar para que conozca a unos señores. “Te presento al señor Haya de la Torre”, le dijo.
El Mariscal Óscar R. Benavides, cuñado del tío Augusto y entonces presidente del Perú, quería tomar preso a Haya de la Torre. ¿Qué hacía el tío Augusto escondiendo a la directiva del APRA? No dije una palabra —me confiesa mi abuelo—, pero Víctor Raúl empezó a preguntar que cómo iba a quedar el proyecto de las casas, y yo no pude cortar la conversación.
Mi abuelo llegó tarde a comer a su casa, a eso de las nueve de la noche. Cuando su papá le preguntó por qué se había demorado, le explicó que había estado con unos amigos del tío Augusto. No quería decir con quién —me cuenta—; no quería delatar a Víctor Raúl. Ah —le dijo su padre—, seguro que era Víctor Raúl Haya de la Torre. Dice Óscar que ahí está bien, que en la casa de Augusto está bien cuidado y no va a hacer ningún lío.
Quizá el futuro del APRA se decidió en un almuerzo de familia.
Aristóteles tenía razón
La política no es un trabajo de oficina que comienza a las siete de la mañana y termina a las cinco de la tarde. Es una vocación que tiene la mala costumbre de no respetar las puertas cerradas, ni esperar mientras uno almuerza. Parece que Víctor Raúl no cerraba bien la puerta de la casa de mis abuelos, porque la política, aunque no se hablara, terminó colándose en los almuerzos.
La relación con Mercedes funcionaba al margen de la política, pero su esposo Eduardo Ganoza fue segundo vicepresidente durante el mandato de José Bustamante y Rivero (1945-1948). Haya se unió con el Mariscal Benavides para formar el Frente Democrático Nacional pero, por razones políticas, no podía poner a ningún aprista de candidato. Por ello colocó a un miembro de su familia.
Es más: ya que mi abuelo había sido teniente alcalde de Lima en las épocas de Morales Bermúdez, cuando se llamó a elecciones municipales en el Gobierno de Belaunde, Haya le dijo que si se lanzaba de alcalde de Lima el APRA lo apoyaría. Mi abuelo respondió que de ninguna manera, pero que muchas gracias.
Más allá de la política, Haya era un hombre de familia… pero no mantuvo a su familia completamente ajena a la política. Más allá de la política, era un educador… pero educaba dando discursos en plazas, conversando en el Partido Aprista, escribiendo libros políticos. Haya no quiso cerrarle la puerta a la política, pero tampoco pudo. La política lo perseguía, y por ello sus relaciones personales incluyen anécdotas simpáticas como la de mi abuelo en Los Cóndores, pero también el sufrimiento que implica el no poder ver a la gente que quieres por miedo a que te maten o apresen.
El sufrimiento del animal político
El 2 de agosto de este año se cumplieron treinta años de la muerte de Víctor Raúl y coincidió que mi tío Roque estaba en Trujillo, por lo que fue a visitar la tumba de su tío.
Está por supuesto la piedra en el cementerio de Miraflores —describe Roque—, que dice simplemente “Víctor Raúl, 2 de agosto del año 1979”. En el piso hay otra piedra que dice Raúl Haya, nacido en tal año, muerto en 1934, época en la que Haya de la Torre estaba perseguido por el Mariscal Benavides. No pudo ir al entierro de su padre. Más abajo —me cuenta Roque— está Zoila Victoria de la Torre de Haya, fallecida en 1948, cuando Víctor Raúl estaba en la Embajada de Colombia. Tampoco pudo ir al entierro de su madre.
Como dice mi tío Roque, Víctor Raúl fue un hombre que sufrió mucho en su vida política, cosa que impactó al hombre más allá del político: su factor humano, su persona, su relación con su familia. Podemos discutir sus ideas —continúa Roque—, podemos decir que no eran lo más prácticas del mundo, pero nadie puede negar que dedicó su vida a lo que él creía. Ese hombre estaba tan enamorado de la política y era tan apasionado de la política que lo dejó todo por la política.
Buscando a Haya más allá del APRA, conversé con el tío Víctor Raúl, el que había conocido mi familia. Pero los recuerdos de una casa donde no se habla de política me han llevado de nuevo a las plazas de los libros de historia, y a los subtítulos “APRA” y “Política del siglo XX”. No se puede hablar de Víctor Raúl Haya de la Torre sin hablar de política. Haya creía en la política, y por ello era ante todo, y a costa de todo, un animal político.
A Víctor Raúl Haya de la Torre le gustaba citar a Aristóteles diciendo “el hombre es un animal político”, para luego agregar “si no es político, se queda en animal”. ¿Cómo hablar del hombre entonces, más allá de la política?
Conocí a Víctor Raúl escuchando sus discursos en las plazas de los libros de historia, ubicadas convenientemente bajo subtítulos como “APRA” o “Política del siglo XX”. Luego conocí a otro Haya, un hombre familiar que hacía esperar en la calle a la política mientras almorzaba en la casa de mis abuelos años antes de que yo naciera. No tocaba la política en la casa, me cuenta mi tía Blanca Benavides de Morales.
El hombre de familia
Víctor Raúl no se casó ni tuvo hijos. Quizá buscando la familia que no creó visitaba a su prima Mercedes, mi bisabuela, en su casa de la avenida Arequipa y luego en la casa de mis abuelos, en Miraflores. Eran como hermanos —me dice mi abuela, Elsa Ganoza de Benavides—: muy unidos desde criaturas.
Mercedes de la Torre es una constante en la vida de Víctor Raúl. Los dos nacieron en 1895 en Trujillo y murieron uno después del otro, los dos a los ochenta y cuatro años. Hablaban casi todas las mañanas por teléfono —por horas, añade mi abuela—, hasta cuando Haya estaba asilado en la Embajada de Colombia. Mientras Víctor Raúl estuvo preso en el Panóptico, Mercedes le mandó todos los días la vianda, temiendo que lo envenenaran. Cuando Haya residía en Roma, viajaron juntos por Europa acompañados por mi bisabuelo Eduardo Ganoza y mi tía Florencia Cabrera. Villa Mercedes, la casa de Vitarte donde Víctor Raúl residió los últimos veinte años de su vida, pertenecía a mi bisabuela. Porque Haya no tenía dinero —explica mi tía Blanca—; cabeza es lo que tenía —agrega mi abuela—.
Mi tía Blanca recuerda que cuando era chica, sentada en la misma mesa donde ahora yo la entrevisto, se impresionaba al ver que Víctor Raúl se paraba en la mitad del almuerzo y recitaba una poesía, y después la mamama Mercedes contestaba otra, y así seguían. Valdelomar, Vallejo… empezaban y no paraban.
Tenía una memoria de elefante —exclama mi abuela—, y de qué no sabía el Viejo. Le hablabas de la China —me dice mi abuelo, Alberto Benavides de la Quintana— y sabía de la China. Le hablabas de la India, sabía de la India: que su religión, que sus costumbres, todo sabía.
Era un hombre interesantísimo —comenta mi tía Blanca—; con decirte que yo tenía muchos amigos antiapristas, de familias antiapristas, y venía Víctor Raúl y me decía que quería reunirse con un grupo de mis amigos, y no se hablaba nada de política, absolutamente nada de política; nos podíamos quedar hasta las dos, tres de la mañana. Él hablaba y todos se quedaban con la boca abierta.
Cuenta mi abuelo que cuando tenía como cuarenta años leyó Ariel, del uruguayo José Enrique Rodó. Justo cuando acababa de terminar de leer el libro lo llamó su suegra, Mercedes, y le preguntó si podía ir a almorzar a su casa, que Víctor Raúl iba a ir. Ésta es la mía —pensó mi abuelo—: le voy a hablar de Ariel y de Rodó. Pero no lo fue. Lo sabía mejor que yo —dice mi abuelo, impresionado todavía después de tantos años—. Yo lo acababa de leer, pero él sabía todo y se acordaba de todo, aunque lo había leído, no sé, veinte años atrás.
El educador
Víctor Raúl era un hombre exquisito como intelectual —señala mi tío Roque Benavides—: hablaba inglés, alemán, francés, italiano; conoció a Einstein. No le importaba el aplauso fácil —me dice—; más allá de ser un orador de arengas, era un hombre al que le gustaba dejar un mensaje. Era un educador por esencia, un maestro.
En Trujillo, por 1972, 1973 —recuerda mi tío Roque—, le escuché un discurso de lo más aburrido en ese momento, sobre la estadística. Decía algo así: Lo que diferencia a los países desarrollados de los subdesarrollados es que los desarrollados tienen estadística y saben cómo planificar y hacia dónde ir, porque tienen una base de información. Los países subdesarrollados —nota mi tío Roque— ni siquiera el día de hoy tenemos cifras claras de desnutrición, de empleo, hasta de inflación, y entonces a partir de esas cifras no tan claras tenemos que planificar hacia el futuro.
Ese día, en Trujillo —cuenta mi tío Roque—, el público estaba esperando arengas del político, del hombre que daba un discurso el 22 de febrero (el día de su cumpleaños y el Día de la Fraternidad) en Lima y en Trujillo todos los años. Pero Víctor Raúl no estaba en las arengas sino en la educación.
Era un maestro dedicado, me dice Roque. Así como conversaba con los amigos de mi tía Blanca hasta las dos o tres de la mañana, y con los de mi abuelo hasta las cuatro o cinco (hablando él más de lo que hablábamos nosotros, aclara mi tía Blanca), me explica Roque que se pasaba hasta las cuatro o cinco de la mañana en el Partido Aprista todos los días dictando clase y conversando con la gente porque ésa era la hora en la que estaban libres. Y después llegaba a Villa Mercedes y se dedicaba a escribir. ¿Y a quién? —pregunta Roque—: a sus seguidores: de nuevo a enseñar.
El perseguido
Me cuenta mi abuelo que en el año 1938 o 1939, cuando era un alumno de segundo año de Ingeniería, fue a la casa de su tío Augusto Benavides porque le había hecho un plano de un terreno detrás de su casa, en lo que ahora es Los Cóndores. El tío Augusto se lo había pedido, pues quería denunciar el terreno para poder construir otras casas. Cuando llegó, el tío Augusto lo invitó a pasar para que conozca a unos señores. “Te presento al señor Haya de la Torre”, le dijo.
El Mariscal Óscar R. Benavides, cuñado del tío Augusto y entonces presidente del Perú, quería tomar preso a Haya de la Torre. ¿Qué hacía el tío Augusto escondiendo a la directiva del APRA? No dije una palabra —me confiesa mi abuelo—, pero Víctor Raúl empezó a preguntar que cómo iba a quedar el proyecto de las casas, y yo no pude cortar la conversación.
Mi abuelo llegó tarde a comer a su casa, a eso de las nueve de la noche. Cuando su papá le preguntó por qué se había demorado, le explicó que había estado con unos amigos del tío Augusto. No quería decir con quién —me cuenta—; no quería delatar a Víctor Raúl. Ah —le dijo su padre—, seguro que era Víctor Raúl Haya de la Torre. Dice Óscar que ahí está bien, que en la casa de Augusto está bien cuidado y no va a hacer ningún lío.
Quizá el futuro del APRA se decidió en un almuerzo de familia.
Aristóteles tenía razón
La política no es un trabajo de oficina que comienza a las siete de la mañana y termina a las cinco de la tarde. Es una vocación que tiene la mala costumbre de no respetar las puertas cerradas, ni esperar mientras uno almuerza. Parece que Víctor Raúl no cerraba bien la puerta de la casa de mis abuelos, porque la política, aunque no se hablara, terminó colándose en los almuerzos.
La relación con Mercedes funcionaba al margen de la política, pero su esposo Eduardo Ganoza fue segundo vicepresidente durante el mandato de José Bustamante y Rivero (1945-1948). Haya se unió con el Mariscal Benavides para formar el Frente Democrático Nacional pero, por razones políticas, no podía poner a ningún aprista de candidato. Por ello colocó a un miembro de su familia.
Es más: ya que mi abuelo había sido teniente alcalde de Lima en las épocas de Morales Bermúdez, cuando se llamó a elecciones municipales en el Gobierno de Belaunde, Haya le dijo que si se lanzaba de alcalde de Lima el APRA lo apoyaría. Mi abuelo respondió que de ninguna manera, pero que muchas gracias.
Más allá de la política, Haya era un hombre de familia… pero no mantuvo a su familia completamente ajena a la política. Más allá de la política, era un educador… pero educaba dando discursos en plazas, conversando en el Partido Aprista, escribiendo libros políticos. Haya no quiso cerrarle la puerta a la política, pero tampoco pudo. La política lo perseguía, y por ello sus relaciones personales incluyen anécdotas simpáticas como la de mi abuelo en Los Cóndores, pero también el sufrimiento que implica el no poder ver a la gente que quieres por miedo a que te maten o apresen.
El sufrimiento del animal político
El 2 de agosto de este año se cumplieron treinta años de la muerte de Víctor Raúl y coincidió que mi tío Roque estaba en Trujillo, por lo que fue a visitar la tumba de su tío.
Está por supuesto la piedra en el cementerio de Miraflores —describe Roque—, que dice simplemente “Víctor Raúl, 2 de agosto del año 1979”. En el piso hay otra piedra que dice Raúl Haya, nacido en tal año, muerto en 1934, época en la que Haya de la Torre estaba perseguido por el Mariscal Benavides. No pudo ir al entierro de su padre. Más abajo —me cuenta Roque— está Zoila Victoria de la Torre de Haya, fallecida en 1948, cuando Víctor Raúl estaba en la Embajada de Colombia. Tampoco pudo ir al entierro de su madre.
Como dice mi tío Roque, Víctor Raúl fue un hombre que sufrió mucho en su vida política, cosa que impactó al hombre más allá del político: su factor humano, su persona, su relación con su familia. Podemos discutir sus ideas —continúa Roque—, podemos decir que no eran lo más prácticas del mundo, pero nadie puede negar que dedicó su vida a lo que él creía. Ese hombre estaba tan enamorado de la política y era tan apasionado de la política que lo dejó todo por la política.
Buscando a Haya más allá del APRA, conversé con el tío Víctor Raúl, el que había conocido mi familia. Pero los recuerdos de una casa donde no se habla de política me han llevado de nuevo a las plazas de los libros de historia, y a los subtítulos “APRA” y “Política del siglo XX”. No se puede hablar de Víctor Raúl Haya de la Torre sin hablar de política. Haya creía en la política, y por ello era ante todo, y a costa de todo, un animal político.
Sunday, October 18, 2009
La paradoja China - El comunismo y el desarrollo económico de fiesta en Beijing
Revista Ideele
Lucía Benavides
“El desarrollo y el progreso de la Nueva China en los últimos 60 años”, anunció el presidente Hu Jintao parado en el mismo lugar donde su predecesor, Mao Zedong, proclamó el nacimiento de la República Popular China, “han probado completamente que solo el socialismo puede salvar a la China y que solo la reforma y la apertura pueden asegurar el desarrollo de la China, el socialismo y el marxismo.”
Quién hubiese previsto ese 1 de octubre de 1949, cuando Mao Zedong fundó la República Popular en una China destruida por la guerra civil y una humillante invasión japonesa, que un representante del Partido Comunista de la China estaría en la plaza de Tian’anmen 60 años después vestido con un “traje Mao” celebrando con sus compatriotas la consolidación de la China como uno de los grandes poderes del planeta. La paradoja del espectáculo de Guerra Fría y la retórica anacrónica y cliché en un país tan dinámico como la China es casi tan impresionante como los logros del Partido Comunista.
El día nacional en números
* 200.000 militares y civiles participaron en el espectáculo.
* Una banda militar de 1.300 miembros tocó el himno nacional.
* Se exhibieron 52 tipos de sistemas de armas diferentes --todos producidos en la China--, incluyendo tanques de última generación, aviones y hasta misiles nucleares.
* 151 aviones de guerra volaron por encima de la plaza de Tian’anmen.
* 30.000 invitados.
* 80.000 niños usaron cartas y flores para formar lemas socialistas en caracteres chinos.
* 60 carros alegóricos, incluyendo uno de Taiwán y uno de extranjeros.
* 42.000 cartuchos de fuegos artificiales fueron empleados en la ceremonia.
Fuentes: BBCNews y Xinhua (agencia de noticias del Gobierno chino).
Más grandioso que las Olimpiadas
Las festividades comenzaron con un fastuoso desfile militar que contó con equipos de la más avanzada tecnología, que opacaron el presidido por el ex mandatario Jiang Zemin en 1999. El presidente Hu Jintao se paseó en una limusina entre las tropas --todas perfectamente coordinadas en la avenida Chang’an de Beijing-- gritando “Hola camaradas”. Grandes pancartas con las fotos de las cuatro generaciones de líderes del partido --Mao Zedong, Deng Xiaoping, Jiang Zemin y Hu Jintao-- desfilaron por la plaza con sus respectivos eslóganes en elegantes caracteres chinos.
El desfile civil enfatizó la diversidad y los logros del país. Carros alegóricos representaron las regiones, las 55 minorías étnicas (8,5% de la población), y los logros del Partido, como por ejemplo su capacidad de alimentar al país. Bailarines de todas las etnias chinas bailaron juntos --luciendo sus respectivos trajes tradicionales-- una canción que simboliza la unidad.
La noche se prendió con 60 fuegos artificiales en formas de velas de cumpleaños. Por 33 minutos las 56 columnas decorativas de los grupos étnicos se tiñeron de rojo, rosado, blanco y naranja. Según los medios chinos, esta gala dobló la cantidad de fuegos artificiales de la ceremonia de apertura de las Olimpiadas de Beijing en agosto del año 2008. Siguió un espectáculo de más de 4.000 luces que el vicedirector de la gala, Zhao Dongming, llamó un “cubo de luz” en clara referencia al “cubo de agua” donde se llevaron a cabo las competencias de nado de las Olimpiadas del 2008.
País moderno, retórica anacrónica
Pero aunque el 60.º aniversario de la República Popular ha sido discutiblemente más grandioso que la ceremonia de apertura de las Olimpiadas, muchos extranjeros se encuentran nostálgicos por la imagen moderna, tan lejana de los clichés comunistas que representaron las Olimpiadas. Y es que el espectáculo del 1 de octubre no está dirigido al mundo sino a los propios chinos, que participan de las celebraciones viendo el desfile por televisión.
Como explicó a ideele el doctor Russell Leigh Moses, afamado sinólogo que reside en Beijing, el desfile del día nacional “es el ejercicio más elevado del poder simbólico del Estado”, y la fecha en sí “es un ejercicio de auto-celebración y auto-felicitaciones, que presta poca atención a los episodios más controversiales del desarrollo de la China”. Según Xinhua, la cadena de noticias del Estado, el desfile “reluce la fuerza y vitalidad del estilo chino de socialismo”. Pero ¿por qué es esto necesario?
Igual que se dudó de la habilidad de gobernar de Mao Zedong en 1949, cuando cayó la Unión Soviética en 1991 se dudó del “socialismo con características chinas”, y se cuestionó la sostenibilidad del crecimiento económico del país cuando éste se unió a la Organización Mundial de Comercio en el 2001. En mitad de una crisis económica y de recientes disturbios étnicos en las provincias de Tibet y Xinjiang, el mensaje que quiere comunicar el Gobierno chino a su pueblo es de fuerza, como lo vienen haciendo en un desfile cada cinco años desde 1949.
La “reforma” y la “apertura” que referencia Hu Jintao en su discurso no son políticas de Mao, sino de Deng. Sin embargo, la imagen y las palabras de Mao --que al resto del planeta nos parecen anacrónicas-- siguen siendo veneradas por el Gobierno chino, ya que comprenden la pérdida de legitimidad que sufrió la clase política rusa cuando Krushchev criticó a Stalin en 1956. Por ello, el Gran Salto Adelante, las persecuciones políticas, las ejecuciones y la Revolución Cultural son obviadas aunque dejaron decenas de millones de muertos, y en cambio se enfatiza el rol de Mao en unificar al país y crear instituciones locales.
De 1949 al 2009
* Expectativa de vida
1950-1955: 39,3 años para hombres, 42,3 para mujeres.
2005-2010: 71,3 años para hombres, 74,8 para mujeres.
* Índice de alfabetismo:
1949: 20%
2005: > 96%
* PBI per cápita:
1952: US$ 17
2008: US$ 3.380
* Reservas en divisas extranjeras:
1949: Insignificantes
2008: US$ 2,2 billones (trillones de EE.UU.)
Fuente: BBCNews.
República Popular, eventos privados
Como se puede observar claramente en el recuadro, la China de hoy es un mejor país del que experimentaron los padres de mis contemporáneos, y los padres de éstos. Cada vez más, el mundo mira hacia el oriente impresionado con el milagro económico chino. Los ciudadanos de este país están orgullosos de que su nación sea un referente de desarrollo en lugar de un Estado débil invadido por poderes extranjeros como lo fue antes de 1949.
Pero como dice el doctor Moses, la versión oficial calla los aspectos más controversiales del desarrollo chino, tanto del pasado como del presente. La oposición al partido existe, alimentada por la creciente desigualdad económica, la corrupción, la degradación ambiental y las tensiones étnicas en el Tibet y la provincia primordialmente musulmana de Xinjiang. Las exageradas medidas de seguridad presentes en los eventos del 1 de octubre lo comprueban.
El desfile del día nacional fue puesto en escena para todos los chinos, pero presenciado solo directamente por unos cuantos invitados. El Gobierno ordenó a los residentes de los departamentos cercanos al camino del desfile que cerraran sus ventanas y las puertas de sus balcones. El aeropuerto internacional de Beijing interrumpió sus servicios, policías armados vigilaban las calles del centro de la ciudad, y las líneas del metro limitaron sus rutas. Ese día, los residentes de Beijing estaban prohibidos hasta de volar cometas y globos, y de soltar a sus palomas. Algunos testigos incluso afirman haber visto francotiradores en los edificios cercanos a la ceremonia. Otra paradoja de la China moderna: a los eventos de la República Popular solo se puede asistir con invitación.
La fiesta de la casa de al lado
Quizá la respuesta a estas aparentes paradojas no se encuentre en Beijing. El 1 de octubre, la Policía nepalesa detuvo a más de 70 inmigrantes tibetanos que protestaban a favor de la independencia del Tibet. Mientras Hu Jintao inspeccionaba a las tropas en avenida Chang’an, 200 manifestantes marchaban en Hong Kong --que goza de libertades civiles occidentales por su estatus semiautónomo-- gritando “queremos derechos humanos, no queremos un día nacional esterilizado”. Quinientos miembros del grupo religioso Falun Gong --declarado un culto por el Gobierno chino y víctima de persecuciones en la República Popular-- caminaron en silencio por la ciudad de Hong Kong cargando carteles que decían “Disuelvan el Partido Comunista Chino”.
Para entender un país tan dinámico gobernado por un partido único que se aferra a una retórica anacrónica para asegurar su legitimidad, la mejor ventana que tenemos son los inmigrantes y los residentes de Hong Kong. Lamentablemente, estas poblaciones nos dan una visión sesgada del estado del país, y puede que los ciudadanos de la China honestamente expresarían su apoyo al partido si se les permitiese expresarse libremente. El gran problema es que los chinos no se pueden expresar libremente, y por ello la cobertura de la política china siempre se columpia entre la glorificación del milagro económico y las ácidas críticas de los grupos marginados.
En 1949, nadie hubiese podido predecir los siguientes 60 años del Partido Comunista Chino y del país que gobierna. En el 2009, el doctor Moses tampoco puede decirnos cuál es el futuro de la China. “No queda claro si es el comienzo de un periodo de real reflexión y reforma, especialmente en el campo político”, declaró a ideele.
El futuro de la China se decide en eventos organizados por el Partido Comunista, y nosotros no estamos invitados.
Monday, August 10, 2009
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