Monday, February 16, 2009
Revista ideele- Mi voto por Obama
Escuché a Barack Obama dar un discurso por primera vez en septiembre del 2005. Era la ceremonia de bienvenida para mi promoción de universidad, y yo no sabía quién era el hombre que hablaba sobre su padre en medio del estadio de basketball de Boston College.
Escuché a Obama dar un discurso por segunda vez en Washington, D. C. Era la ceremonia de inauguración del primer Presidente negro de Estados Unidos, y todo el mundo sabía quién era. Mis compañeros de clase —que viajaron conmigo para ver la inauguración— se olvidaban del frío y de la crisis pensando en el cambio, abrigados por la esperanza que había caracterizado la primera elección presidencial en la que habían podido participar.
Pero ahora que el yes we can de la campaña del candidato Obama se ha convertido en el yes we did del presidente Obama, todavía no queda muy claro en los Estados Unidos en qué consistirá esa afirmación.
Matt Wilstein, un joven publicista de Broadway que participó activamente en la campaña, me dice que cuando piensa en los cambios progresistas que ya ha implementado Obama —su oposición a la tortura y los representantes que escogió para su equipo de energía, por ejemplo— recuerda por qué este ha sido el primer candidato en el que realmente ha creído. Bobak Fatemizadeh, el presidente del Club del Partido Demócrata de Boston College, reitera el optimismo de Wilstein, agregando que con un Congreso y un Presidente demócratas se podrán llevar a cabo los cambios que prometió Obama.
Recuerdo el 4 de noviembre del año pasado, cuando acompañé a mi amiga Jessica Mullins a votar. Mientras observaba cómo marcaba la papeleta electoral, no podía dejar de pensar en la primera vez que yo voté. Era la segunda vuelta del 2006, y yo dudaba entre el mal menor y el voto en blanco. Jessica, al igual que Matt y Bobak, marcó el cuadrado al costado del nombre de Obama con una ilusión que yo no podía dejar de envidiar.
El presidente Barack Obama tiene muchos retos por delante, y quizá algunos de los cambios que prometió tendrán que esperar. Pero el cambio de actitud entre la gente joven —que participó activamente en la campaña, apoyando a su candidato a través del facebook, en los campus universitarios y tocando las puertas de sus vecinos— es ya una realidad.
El día antes de la inauguración de Obama, mis amigos y yo les tiramos zapatos a un muñeco inflable de George W. Bush en el Dupont Circle de Washington, D. C. Al día siguiente, unas periodistas brasileñas les preguntaron a mis amigos qué habían pensado de la inauguración. “Por fin”, dijo uno de ellos, “puedo decirle al mundo con orgullo que soy americano.”
http://www.revistaideele.com/node/359
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