Wednesday, November 14, 2007

A Pleasant Aftershock 2

Me la pasé recortando artículos de todo lo que tenga que ver con la reconstrucción del sur tras el sismo de agosto. Quería probar que lo que predije en el artículo de The Heights no eran sólo optimismos huecos, que realmente había ocurrido un cambio, que no sólo era “un cambio coyuntural.” Todavía tengo un fólder lleno de papeles resaltados; pero lo que más resalta no es el cambio sino la penosa continuidad de enredos de corrupción e ineficiencia. Cada edición de “Caretas” que me espera adornada con estampillas en la puerta de mi departamento de Undine Rd trae más malas noticias al respecto. El viaje a Nueva Orleáns me hizo temer que hasta con las mejores intenciones, la reconstrucción es un imposible.

Pero antes de que caiga en depresión llamó mi mamá, y me acordé de todas las veces que me ha contado cómo la gente de nuestro entorno está ayudando al sur. Y recordé a mi tía Marisol, que se pasa casi toda la semana en Chincha asegurándose de repartir víveres adecuadamente. Recordé a mi mamá y sus amigas que la fueron a ayudar. Recordé también a mi hermana construyendo un colegio en la zona, y recordé su sorpresa al encontrarse con amigas allí.

Me di cuenta que mi predicción no andaba tan mal. Yo peco de optimista, y lo sé. Pero en agosto los medios no hicieron más que darme malas noticias; lo que a mí me impresionó fue el cambio en la gente de mi entorno, y eso sólo ha mejorado. En lugar de sólo dar, se encargan de que su ayuda llegue a los que la necesitan, se involucran personalmente. Yo no vi que pasara lo mismo con los sismos anteriores, o cuando han habido fríajes, o después del Niño. Ya meses después del terremoto puedo volver a decir “a pleasant aftershock.”

Los cambios en política demoran. Pero no se me hace difícil pensar que si los que más tenemos demostramos que no somos indiferentes al sufrimiento de los más pobres, no nos encontraremos en las próximas elecciones escogiendo al "mal menor." Con lo que me emocionaba votar por primera vez en la vida, me dio un asco espantoso tener que marcar el símbolo de un ex-presidente corrupto por miedo a un extremista. Me gustaría que las próximas elecciones no sean entre el candidato de los ricos y el de los pobres. Actos solidarios tales como los que yo he observado en los de mi entorno podrían ser una barrera contra tales extremos y el comienzo de un gobierno mucho más sólido y eficiente.

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