Saturday, March 1, 2008
Viaje al Yunnan I--Kunming
Me siento muy rara escribiendo sobre el Yunnan, porque ya hace tiempo que volvimos a Beijing. Fue tan increíble, y tan largo, y dejamos tantas cosas a medias en la uni, que me ha tomado todo este tiempo reorganizarme, escoger las fotos, y digerir lo suficiente como para escribir en el blog. Pero ya estoy lista… así que prepárense para muchísimos posts, y fotos, y anécdotas!!
Nos embarcamos en un vuelo a Kunming, la capital del Yunnan, el 2 de febrero. En la cabeza llevaba trazado un mapa muy pobre de nuestro destino--sabía que el Yunnan era una provincia en el sudoeste de China, que era muy famosa por su diversidad geográfica, cultural y étnica, que era muy popular entre los turistas. Cargaba en la mochila un libro de artículos sobre el Yunnan y nuestro itinerario, pero andaba demasiado abrumada como para que términos como Hani, Dai, Lijiang, o Xishuangbana me hagan ningún sentido. Así que me embarqué en el avión sabiendo que me sentaba al costado de Ana María, que había empacado para climas bajo cero y sobre 30 grados centígrados, que pasaría muchísimo tiempo en bus, que dormiría algunas noches en casas de locales, y no mucho más. Lo que más andaba era emocionada--BC tiene dos programas en la China y yo escogí este precisamente por los viajes. El Yunnan no me decepcionó.
Ana María y yo, súper felices de poder comer en una terraza después de tanto mal clima en Beijing
Ana María en frente del lago
Con Ernesto, Rita, Chris y Xiao Marta, caminando por las calles neón de Kunming
Estuvo muy bien comenzar en Kunming, la ciudad de la eterna primavera. Me encanta Beijing, pero ya estaba un poco cansada de andar hibernando y mirando un cielo permanentemente gris de tanta polución. La pasamos bien caminando al costado del Lago Cuihui, y viendo a todas las gaviotas de Siberia que inmigran allí en el invierno. Muy entusiasmadas, Ana María, Xiao Marta, Rita, y yo nos sentamos en el balcón de un restaurante, y dejamos que Media Dave (uno de los chicos del staff de TBC) ordene nuestra comida porque no entendíamos ni jota del menú. Fue allí cuando el decir “bu la” (sin picante) se convirtió en parte de mi rutina porque Rita es casi alérgica a él. Por suerte yo no lo soy, todo lo contrario, porque en el Yunnan hasta el aire pica. Rita tuvo que vivir de galletas de coco y mucho, mucho arroz.
Esa noche fuimos a “Dynamic Yunnan,” un show muy elaborado de los bailes típicos de la región. Allí conocimos por primera vez al elegantísimo baile del pavo real, al ahora épico baile de la hormiga, y al rarísimo canto del alga. Muy turístico, pero muy bien puesto también, y una excelente introducción a la provincia. Los términos del itinerario que me habían parecido tan lejanos e intangibles en el aeropuerto comenzaron a coger cuerpo, y ya casi no podía de la emoción.
Salimos con la gente del grupo luego. Bien armados con un baijiu (un aguardiente de arroz, trigo, o sorgo que te patea el estómago, y la cabeza, y todos los órganos del cuerpo pero que es bastante barato,) salimos a caminar por la ciudad y luego a un bar. Esa noche probé el baijiu con bastante desconfianza, pero cada sorbito que le daba me gustaba más. No es muy diferente que tomar pisco a secas cuando te lo tomas tranqui y con respeto. Como sólo le di unos sorbos pude caminar sin tambalearme hacia al hotel por las calles iluminadas bien a lo chino con luces neón.
No hubo tiempo para hacer mucho más. Dejamos pendiente para el regreso ir al bosque de piedras (que no es muy diferente al de Cajamarca,) ver mejor a las gaviotas, y comer los “Over the Bridge Noodles”--un caldo muy caliente al que le metes tallarines, pavo, huevo, y carne para que se cocinen. Cumplimos con los últimos dos…
La mañana siguiente nos subimos al bus y empezamos nuestro aventura por el Yunnan de verdad--el de los pueblos, el de los grupos étnicos, el de los paisajes soñados.
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