siempre cargaba la agenda. era una libreta simple, azul, pequeña, pero en ella se podía ver toda una semana de un solo vistazo. 7 columnas compuestas por 24 líneas perfectamente derechas, aunque las columnas del sábado y el domingo era un poco más chicas, quizás insinuando que los fines de semana debían tener un horario más flexible—una deliciosa espontaneidad programada que la hacía sentir joven y divertida y aventurera.
la mayoría de esas líneas estaban llenas de preocupaciones tan minúsculas como la-cita-con-el-dentista o comprar-zapatos-nuevos, pero claro que había espacio para el amor y la amistad y la familia. tenía reservada la línea 17 del 8 de junio por ejemplo para el-café-con-las-amigas y la 5 del día siguiente para el-regreso-de-la-discoteca-con-el-chico. a veces le provocaba que dejen de ser tan ineficientes en la imprenta y publiquen ya la agenda del 2008 y 2009 y, de ser posible, la del 2010, porque sería tan relajante empezar ya a llenarlas de anotaciones. y además, si se presentaba un imprevisto lo podía apuntar en la casilla de “no olvidar” que se ubicaba encima de las columnas del jueves, viernes, y sábado. aunque claro, a veces era un poco estresante cuando llegaba el lunes y ya tenía llena la casilla de “no olvidar,” o cuando se topaba con asuntos como EL AMOR, LA AMISTAD, y LA FAMILIA que no cabían entre las líneas de las columnas ni en la casilla de “no olvidar”. pero eso no importaba, porque las cosas se hacen en orden y ya decidí hace meses que hoy es la-cita-con-la-peluquera y qué me importa que la pasaron tan bien ayer HACIENDO-NADA-TODOS-JUNTOS, la próxima vez avisan con tiempo y quedamos bien, fíjate que en dos semanas tengo unas cuantas líneas libres...
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