Lejos ya de la ruta de la seda, descubrimos en Beijing otra importación viva de este trayecto -el Islam.
Los Hui son una de las minorías chinas reconocidas por el gobierno, los descendientes de los mercaderes musulmanes que vinieron al país por la ruta de la seda. En Beijing solían haber más mezquitas, incluyendo una sólo para mujeres, pero ahora la única que encontramos fue la de la calle de la vaca, o Niu Jie -la zona musulmana de la ciudad.
Leyendo un poco, nos enteramos que en la provincia noroccidental de Xinjiang los musulmanes no son minoría, y que los creyentes no se diferencian de sus compatriotas por sus sombreros blancos sino por sus facciones centroasiáticas.
Seguimos así desmenuzando la masa homogénea de un billon de personas, descubriendo dentro de ella otras culturas, otras tradiciones, y expresiones individuales de éstas. Descubrimos también que mientras más investigábamos, más nos recorríamos la ruta de la seda hasta occidente, pisándole los talones a los antiguos exploradores, y maravillándonos de lo que había brotado en las huellas que dejaron hace tantos siglos.
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