Tuesday, October 9, 2007

Rania Matar-artista comprometida


Va a sonar bastante bestia, pero siempre me ha costado mucho sentir el sufrimiento abstracto. Por ejemplo, sé que el África sufre muchísimo, pero realmente no puedo decir que lo siento. Cuando pienso en los pobres de África no me hierve la sangre como cuando recuerdo a los niños desnutridos del pueblo joven donde solía enseñar religión. Ese recuerdo me compromete a actuar, a volver a visitar, a conversar con el profesor que organizaba esos paseos, a estudiar muy fuerte para algún día poder impedir que otros niños sufran tanto como ellos. Sólo entiendo el sufrimiento cuando me tira cachetadas, cuando es tangible, cuando tiene nombre y hermanitos y le gusta cantar canciones de David Bisbal. Antes pensaba que para recibir cachetadas tenía que estar parada frente a esos niños, pero cada vez me doy más cuenta que hay otras formas. Menos efectivas quizás, pero de mayor alcance.

Hace unos cuantos sábados, fui con una amiga a visitar la galería donde trabajaba el año pasado y terminé de pura distraída en el “open studios” del distrito artístico de SoWa. Visité los talleres de muchos artistas, pero lo que más me impactó fueron las fotos de la libanesa Rania Matar. Confieso que conversé con ella tan sólo de temas bastante tontos y superficiales, pero me quedé muy impresionada con lo que le escuché decir a otro visitante. Ella era arquitecta en Watertown; la fotografía era tan sólo su hobbie, pero luego de una visita al Líbano, quedó tan impactada con el sufrimiento de su gente que decidió dedicarse por completo al arte. Lo que la diferencia de otros fotógrafos que tratan temas similares es que no enfoca la miseria sino la humanidad, la forma en que la gente reconstruye sus vidas, las memorias que se mantienen vivas entre tanta destrucción. Su lente capta la intimidad de esta gente, su sufrimiento particular, no la miseria abstracta de la guerra. Y es que ése es el sufrimiento que la compremete a actuar, a dejar a sus hijos en Massachussets y volver al Líbano a desarrollar estos proyectos.

Los niños y las mujeres de sus fotografías tienen en mí un efecto similar, aunque menos fuerte, que el recuerdo de los niños del pueblo joven limeño que yo visitaba. Supongo que ésta es una forma de hacer un arte que humanice, que responda a un compromiso sin ser panfleto, que inspire a otros a actuar, que sea remedio contra la apatía. Ya sabía algo sobre los problemas del Líbano porque un amigo de la uni es de allí y me estuvo enseñando fotos y conversando sobre sus experiencias. Sin embargo, la obra de Matar capta algo más. Le dio volumen y textura a esa empatía abstracta, y la convirtió en una preocupación más tangible. Les recomiendo que visiten su webpage: http://raniamatar.com/portfolio/index.html. Está buenísimo.

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