Thursday, December 6, 2007

El No de Chavez


¿Quién dijera que esto había
de suceder, Presidente?
El pueblo dijo "presente"
y expresó lo que quería.
Voto a voto se reñía
hasta que en el dominó
la tendencia se acentuó
en contra de las reformas
de Chávez, quien con sus normas,
tendrá que tragarse el "No".

Jose Luis Mejia (www.elentrometido.com)

Tuesday, December 4, 2007

El evangelio segun Garcia-articulo para ideele

No importa cuántos profesores tenga, no hay persona que me explique asuntos económicos y políticos mejor que mi papá. Siempre me ha gustado mucho cómo piensa--ordenado, como el ingeniero que es. Ademas, tiene como base muchísima experiencia trabajando en el Perú y un profundo compromiso con el desarrollo. Espero que les guste el siguiente articulo sobre el ambiente epresarial y de inversión en el Peru que escribió para ideele, la revista donde yo estuve trabajando en el 2006.


Creo que el ambiente empresarial y de inversión en el país está marcado por lo que podríamos llamar “el evangelio según García”. Estos dos artículos escritos en “El Comercio” por nuestro presidente marcan una posición ideológica sobre el futuro económico y social del país. “El Perro del Hortelano” es sin duda una elaboración ideológica que puede terminar constituyéndose, junto con el discurso en CADE, en el nuevo marco ideológico del aprismo.

Para Alan esta sería su coronación, después de “el Antiimperialismo y el APRA” y “30 años de aprismo” aparece el “Perro del Hortelano”.

Un amigo español me decía: “Yo cierro los ojos y me parece estar escuchando a Felipe Gonzales con el discurso convincente y pragmático que cambió España”. No le falta razón.

Los socialistas españoles también venían de posiciones de izquierda y decidieron dar un vuelco con el discurso de Gonzales. ¿El APRA cambiará con el “evangelio según García”? ¿Cambiará el Perú con este discurso? Lo que es definitivo es que la mayoría de los que tenemos que decidir sobre inversiones en el Perú podemos casi suscribir palabra por palabra los artículos de “ El Perro del Hortelano” y el discurso de García en el CADE último.

Es evidente que Alan ha decidido emular al Haya de la Torre estadista, al Víctor Raúl maduro de la constituyente y no al Haya revolucionario de sus juventudes. Vemos pues un García que quiere pasar a la historia como un estadista y que considera su rol el de ser el líder de un nuevo pensamiento latinoamericano. Ante la presencia de Chavez, García se presenta como el estadista maduro y sólido, frente al irreverente, poco doctrinario y poco educado militar venezolano. Lula, Bachelet e incluso Uribe han dejado el espacio para que Alan sea el líder moderno, pragmático y convincente que todo Latinoamérica quiere.

Parece que el tema teórico lo tiene bien pensado. La parte menos sólida de este régimen aprista es la capacidad de gestión. Tenemos un país con dinero y sin capacidad de ejecución. La burocracia estatal tiene todo tipo de problemas para poder ejecutar presupuestos y proyectos. En intentos de lograr resultados a corto plazo se ensaya todo tipo de recursos como el de la contribución voluntaria de las empresas mineras. Pero, lo cierto, es que el aparato estatal frena todo tipo de iniciativa con el SNIP o simplemente con la lenidad de los burócratas.

Los gobiernos regionales son totalmente inoperantes ya que se les ha transferido funciones sin transferir capacidades, similar es el caso de los municipios distritales y provinciales con honrosas excepciones que no hacen sino confirmar la regla.

La medida más desafortunada en este aspecto, sin duda, fue la demagógica reducción y topes de sueldos en el aparato estatal. Esto ha determinado que todos los altos mandos de los ministerios se pierdan y que los niveles debajo de ellos no encuentren el incentivo para seguir en la administración pública. Los ministerios se han quedado sin gente capaz de hacer una gestión decente de la administración pública. Curiosamente este fue un logro tremendo de Fujimori que Toledo no destruyó. Algunos especulan que fue un intento por generar espacio en la administración pública para compañeros sin chamba. En honor a la verdad, no parece el caso.

El tema de ejecución, o de gestión, será el gran reto de nuestro presidente estadista. ¿Podrá alguien a quien le gusta improvisar y lograr resultados a corto plazo enrumbar un gobierno hacia una planificación y ordenamiento del aparato estatal para hacerlo eficiente y efectivo? ¿Será capaz García de lograr atraer a su gabinete a personalidades con capacidad de gestión? ¿Podrá lograr el gobierno hacer que aparezcan funcionarios públicos eficientes? ¿Podrá lograr que los gobiernos regionales y locales se desentrampen de su letargo administrativo y empiecen a hacer obra? ¿Podrá lograr que el MEF, que diseño sus sistemas y entrenó a sus gentes para que no gasten, cambien y utilicen los dineros para cubrir necesidades tan urgentes del país?

Es sin duda un reto complicado en el cual todos los peruanos tenemos que contribuir. Los hombres y mujeres del Perú con necesidades urgentes no pueden esperar. Tenemos todos que hacer un esfuerzo por integrar a la economía moderna a nuestros hermanos menos favorecidos y lograr en el plazo más corto que los peruanos tengamos iguales oportunidades. Tenemos que lograr que los niños más humildes puedan tener las mismas oportunidades que otros que lo tuvieron todo de sus padres, de tener los mejores salarios, las mejores posiciones de la sociedad, la oportunidad de ser ciudadanos del mundo y destacar en cualquier área. Lograr que lo que se privilegie sea el talento y el esfuerzo y no marcar a los niños desde antes del nacimiento por la falta de recursos de los padres.

Este no es solamente el reto de García, sino el reto del Perú. García ha cumplido con su evangelio en poner las bases teóricas para un crecimiento económico y social de largo plazo. Ahora dependerá de su capacidad de gestión el poder hacer que tanta belleza se concrete. Esperemos que sorprenda al país de nuevo, generando la capacidad de gestión que todos necesitamos del sector público para poder sacar adelante a nuestro país. Aislemos a los “perros del hortelano” trabajemos por nuestro país con entusiasmo, dedicación y mucho esfuerzo.

Raúl Benavides

Gerente de Desarrollo de Negocios

Compañía de Minas Buenaventura S.A.A.

Monday, November 19, 2007

Abdellah Ram Ram


El jueves fui a la inaguración de la nueva exposición de la galería Berenberg, donde estuve practicando el año pasado. La muestra está compuesta por una serie de dibujos de Abdellah Ram Ram, uno de los artistas más interesantes y genuinos que conozco. Abajo incluyo un pequeño resúmen de la vida y trabajo de Ram Ram que adapté de uno de mis ensayos de la uni para Wikipedia. Me van a borrar el artículo de Wikipedia pronto (no se pueden colgar artículos que se basen solamente en investigaciones personales) así que sólo me queda el blog para promover la obra de este talentosísimo artista. Ojalá les guste tanto como a mí. Si quieren ver más de sus trabajos les recomiendo que visiten www.berenberggallery.com.

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Ram Ram was born to a humble family in Casablanca, Morocco in 1966. After completing a bachelor in Arabic and French literature, he immigrated to England in 1988, where he worked in the catering business. In the year 2000, Ram Ram moved to the United States. Again, he became involved in the catering business. The situation proved to be harder than what he expected and he ended up in a Salvation Army Shelter. Nonetheless, nurtured by Salvation Army programs and the Webster House in Brookline, he participated in various group exhibitions. Through Webster House he met Lorri Berenberg, the director of Back Bay’s Berenberg gallery, who started representing him and exhibiting his work regularly in her establishment. He had a solo exhibition there on 2006 entitled “Abdallah Ram Ram: A Dance in Time.”

Ram Ram’s work is reminiscent of textile work and the Islamic horror vacui. He uses geometric forms as organizing elements and Arab calligraphy as a decorative element, celebrating the beauty of the shapes and the style itself, not the meaning of words. His work relates to Moroccan tribe’s belief in animism and their emphasis in protection. Nonetheless, Ram Ram also introduces Judeo-Christian symbols, his respect for women, and expresses contemporary themes like urban alienation. His most famous series showcase trees, Adam and Eve, the hand of Fatimah, and several female portraits.

The artist makes minute circular patterns with ball point pen on paper or sometimes wood. Even though he uses other marks (like for example stylized Arab calligraphy), these interconnected circles constitute the basic structure of his work. Ram Ram describes them as cells—the basic unit of the human body, the most universal of things, something that unites us all. This obsessive mark-making also reflects a very intimate, personal process. Like a Muslim praying to the Mecca or a Catholic saying the rosary in church, Ram Ram approaches art in a very repetitive, almost ritualized manner.

Moroccan artists see the act of decoration as more than just a creative process; they consider it a meditative practice. They emphasize the “blac Coeur”—the amount of love and labor that they put into their work—and believe that their work is infused with “baraka”—“the positive influence of the saints and the Sufi brotherhood.” Nonetheless, Ram Ram also sees art as a means by which to express his individuality and communicate his very personal ideology with others. This concept is related to baraka, but is more akin to the Western perception of aesthetic ideas as a means to reach a higher self through artistic expression.

Like other contemporary folk artists, Ram Ram bases his work on transmitted community values and art traditions, but infuses them with a very personal thematic and technique. This allows him to work both and within and outside of Moroccan tradition, and enables him to incorporate a myriad of cultural, religious, and artistic experiences in order to create a unique, cohesive syncretism of all.

Thursday, November 15, 2007

Heights Cartoon-Iranian Clue


http://media.www.bcheights.com/media/storage/paper144/news/2007/11/15/Opinions/Todays.Cartoon.And.Quote-3103894.shtml?reffeature=htmlemailedition

Iran launches anti-vice crackdown
By Frances Harrison
BBC Religious affairs correspondent


Iranian newspapers have printed a list of moral vices that the police are targeting, including wearing make-up and hats instead of headscarves. The police say they will also suppress "decadent" films, drugs and alcohol.

This year has seen one of the most ferocious crackdowns on un-Islamic behaviour and improper Islamic dress by the authorities for at least a decade. But it has now emerged the current campaign has the overt backing of the Supreme Leader, Ayatollah Ali Khamenei. The police are warning they will deal seriously with any women who dare to wear short trousers, skimpy overcoats or skirts that are revealingly transparent or have slits in them.

In this way, we will have a society that is safe and inclined towards other social, economic, cultural and political activities
Law Enforcement Force

Wearing boots instead of full length trousers will not be tolerated, nor will hats instead of headscarves. Indeed, the police stipulate that small headscarves are out - the scarf must cover a woman's head and neck completely. The police say they will also clamp down on "decadent" films, drugs, alcohol, extortion and general thuggish behaviour, but it is issues of dress that are given most prominence.

Controversial campaign
In the last six months, tens of thousands of women have been warned or arrested because of their clothes.

IRANIAN MORAL VICES
-Terrorising people by quarrelling and feuding in public
-Women failing to cover up in a suitable way, such as wearing short trousers revealing the leg, hats instead of scarves, small and skinny scarves that do not cover up the head, and make-up that is unconventional and violates public morality.
-Wearing decadent Western clothes and displaying signs and insignia of deviant groups
-Procuring decadent films
-Procuring drugs and alcohol
Source: E'temad newspaper

During the reformist period, Islamic dress restrictions eased dramatically in Iran, with women wearing bright colours, following Western fashions, and pushing the limits in an attempt to express their individuality. Some sported strappy, high-heeled sandals with tight three-quarter length trousers, skin-hugging coats at least a size too small, a headscarf perched on the back of their heavily highlighted hair, topped off with large diamond-encrusted sunglasses and matching designer handbag. But the latest police action has put an end to that kind of dress. Last week, Ayatollah Khamenei urged the police to keep up their crackdown on social vices, clearly lending his weight to a campaign that has proved controversial.

Story from BBC NEWS:
http://news.bbc.co.uk/go/pr/fr/-/2/hi/middle_east/7091272.stm

Published: 2007/11/12 17:01:46 GMT

© BBC MMVII

Wednesday, November 14, 2007

El defecto de emocionarse, Lima 25 de mayo 2001

Una de mis crónicas favoritas de José Luis. La leo siempre que entre tanto laundry y paseos al supermercado y gráficos sobre la inflación empiezo a confundir el hacerme grande con el perder las sensibilidad. Espero que les guste a ustedes también.



"Cuando no sepas algo, pregúntaselo a los niños, ellos tienen todas las respuestas...", me enseñaba mi padre hace ya muchos años. Así, el otro día, en medio de una loca carrera por sacar adelante la puesta en escena de una obra de teatro con chiquillos de entre doce y catorce años, le pregunté a una de las niñas —leal a mi vieja manía de someter a interrogatorios del alma a cuanta persona tenga la mala suerte de cruzarse en mi camino—, "¿cuál es tu mayor defecto?". Camila, una adorable pelirroja que lleva en los hombros la caracterización del personaje principal (y lo hace admirablemente), me respondió: "Soy muy sensible..."; "¿Cómo?", le dije, "¿cómo puedes decir que el ser sensible sea un defecto?"; "Es un problema, José Luis, las cosas me afectan demasiado...".

Y regresé, de pronto, a mi adolescencia. Me vi en medio de un tumulto de mocosos imberbes desesperados por demostrar, cada cual, su hombría. Me encontré rechazando besar a mi padre en la mejilla, "porque eso lo hacían los niños y los afeminados"; me vi conteniendo el llanto, furioso y avergonzado, "porque los hombres no lloran"; me reencontré con los viejos fantasmas que todos guardamos en el fondo del alma y supe que desperdicié muchos sentimientos almidonándolos y convirtiéndolos en esa pose, ese gesto, esa mueca (inteligente hasta la soberbia), que me libraron de las emociones que llevaba a flor de piel y que me hacían sentir las actitudes y las palabras, de los demás, con una profundidad que, seguramente, sus causantes ignoraban.

Ser joven y haber sido criado en el cultivo de las sensaciones y los sentimientos, era un gran problema. Las lágrimas (que tanto las emociones agradables, como las adversas, apuran y fomentan) se convertían, por suerte del machismo latino, en fundamento de burlas, chistes, comentarios procaces y groseros, con que nuestros propios amigos (atrapados en la misma vorágine de afianzar estúpidamente una precoz masculinidad que entonces —púberes e ignorantes— creíamos que sólo residía en la brutalidad del comportamiento y el abultamiento de los genitales) nos atacaban. Nadie escapaba de la crueldad infantil y cualquier gesto que pudiera identificarse con alguna, siquiera ligera, actitud femenina, era tomado como caballito de batalla contra el pobre infeliz que lo tuviera.

Como pocos en mi generación, fui criado entre poemas, cuentos, anécdotas e historias. Los almuerzos y reuniones familiares era la ocasión propicia para dar rienda suelta al amor que mi padre —fielmente secundado por su mujer— tenía por la literatura. Mi papá era un hombre sumamente sensible. Nadie que lo oyera atronando los corredores de la Beneficencia Pública de Lima (donde fue gerente y víctima), pudiera creer que ese hombre, de voz poderosa, genio fuerte, y carácter indómito y explosivo, se enternecía hasta las lágrimas leyendo los viejos artículos costumbristas y las cartas escritas por su padre o recordando episodios, jocosos o trágicos, de su niñez. Cada vez que mi padre nos leía las crónicas de "El Corregidor", nuestro abuelo bohemio, la voz se le quebraba, los ojos se le humedecían y muchas veces dejaba trunca, la emoción, de la lectura. A mis pocos años, juzgaba mal su actitud.

Siendo el hijo menor de un matrimonio adulto (cuando tenía diez años, mi padre superaba la cincuentena y mi madre le seguía los pasos), jamás disfruté, como sí lo hicieron muchos de mis amigos, de padres jóvenes y deportistas con los cuales compartir mis primeros juegos de fulbito, las carreras, los almohadonazos, las parrilladas y los días de playa. Mis padres siempre fueron viejos (supongo que mis hijos —si alguna vez los tengo— dirán lo mismo mí) y con ellos era imposible vivir esos momentos que necesitan de adultos jóvenes, cómplices, ágiles y dispuestos al desgaste físico que estas actividades ocasionan. Más de una vez fui injustamente severo, para mí y en silencio, con ese señor que era incapaz de participar en los partidos de fútbol que organizaba la Asociación de Padres de Familia de mi colegio, que nunca me llevó a pelotear al parque, que jamás me acompañó a montar bicicleta o volar cometa y que, eso era lo más grave entonces, se emocionaba hasta las lágrimas leyendo al abuelo. Y no sólo al abuelo. Más de una vez se le quebró la voz leyendo alguno de esos textos, de célebres escritores, con que nos acompañó toda la vida.

Pero el tiempo pasó y uno terminó absorbido por los apuros de la vida, por las urgencias absurdas de la oficina y por ese atropellado recorrido en que se ha convertido la existencia en estos tiempos de corporaciones e Internet. El muchacho que no entendía las emociones del padre, fue incapaz de comprender las propias. Esos vacíos en la boca del estómago, ese temblor en la voz, esos ojos humedecidos por lágrimas que pugnan por liberarse (y liberarnos), todas las sensaciones, fueron controlándose y atrapándose en un cuerpo cada vez más alto, más grueso, más rudo, más divorciado de la sensibilidad de un poeta. Llegaron los años bobos en que escondía mis poemas de los ojos del mundo. Durante años escribí sin que nadie lo supiera. La única que supo de mis emociones (y frustraciones), convertidas en malos versos, fue Mercedes, el más querido de todos mis cariños, la amiga indócil y adorada que hoy parece extraviarse en la distancia. Ella leía todas mis poesías, las comentaba y, lo más importante, las transcribía en un cuaderno (que debe haber perdido ya en sus tantas mudanzas). Tiempo después, María Gracia, con una emoción adolescente y con igual caligrafía, escribió mis poemas en otro cuaderno que he perdido en los rincones de mi biblioteca.

Bastante tarde descubrí el aura que protege a los que cometemos poesía. "Es poeta", es una frase que he escuchado decenas de veces como justificación de quien me presenta a otro que, a su vez, generalmente, asiente con un gesto generoso y comprensivo. Adquirí privilegios y perdí emociones. Me convertí en un poeta fácil. Escribí decenas y cientos de sonetos, décimas, tercetos encadenados y cuánta forma clásica me encontré en el camino. Me repetía y repetía con esa porción suficiente de sentimientos como para emocionar a los otros ("las otras", en realidad). Me hice cínico y perdí sensibilidad (por eso fracasé como poeta). La ironía me acercó a la prosa y no dudo que terminaré escribiendo novelas negras —o amarillas— que expongan, burlonas, ajenas desgracias convertidas en bufonadas en la tragicomedia de la vida.

Me he perdido tanto. Le debo tantas lágrimas a mis penas que hasta parece inútil empezar a pagarlas. Mis padres, inmensos, bondadosos e infinitos, se merecieron todas las lágrimas que mi furia cobarde les negó y eso ya no puedo repararlo. Estoy condenado a emocionarme en silencio, a llorar sin lágrimas y entristecerme entre cóleras y carcajadas. Seré un padre viejo y mis hijos no entenderán cuando la voz se me quiebre.

Entones le digo a Camila, esa niña hermosa y amable, que me mira, entre sorprendida y asustada, sin entender la media hora de confesiones a la que la he sometido: "¿Cómo puede ser un defecto emocionarse? No, Colorada, no te equivoques. Emociónate todo lo que puedas y no dejes que te roben las lágrimas con que me llorarás un día...".

©José Luis Mejía

A Pleasant Aftershock 2

Me la pasé recortando artículos de todo lo que tenga que ver con la reconstrucción del sur tras el sismo de agosto. Quería probar que lo que predije en el artículo de The Heights no eran sólo optimismos huecos, que realmente había ocurrido un cambio, que no sólo era “un cambio coyuntural.” Todavía tengo un fólder lleno de papeles resaltados; pero lo que más resalta no es el cambio sino la penosa continuidad de enredos de corrupción e ineficiencia. Cada edición de “Caretas” que me espera adornada con estampillas en la puerta de mi departamento de Undine Rd trae más malas noticias al respecto. El viaje a Nueva Orleáns me hizo temer que hasta con las mejores intenciones, la reconstrucción es un imposible.

Pero antes de que caiga en depresión llamó mi mamá, y me acordé de todas las veces que me ha contado cómo la gente de nuestro entorno está ayudando al sur. Y recordé a mi tía Marisol, que se pasa casi toda la semana en Chincha asegurándose de repartir víveres adecuadamente. Recordé a mi mamá y sus amigas que la fueron a ayudar. Recordé también a mi hermana construyendo un colegio en la zona, y recordé su sorpresa al encontrarse con amigas allí.

Me di cuenta que mi predicción no andaba tan mal. Yo peco de optimista, y lo sé. Pero en agosto los medios no hicieron más que darme malas noticias; lo que a mí me impresionó fue el cambio en la gente de mi entorno, y eso sólo ha mejorado. En lugar de sólo dar, se encargan de que su ayuda llegue a los que la necesitan, se involucran personalmente. Yo no vi que pasara lo mismo con los sismos anteriores, o cuando han habido fríajes, o después del Niño. Ya meses después del terremoto puedo volver a decir “a pleasant aftershock.”

Los cambios en política demoran. Pero no se me hace difícil pensar que si los que más tenemos demostramos que no somos indiferentes al sufrimiento de los más pobres, no nos encontraremos en las próximas elecciones escogiendo al "mal menor." Con lo que me emocionaba votar por primera vez en la vida, me dio un asco espantoso tener que marcar el símbolo de un ex-presidente corrupto por miedo a un extremista. Me gustaría que las próximas elecciones no sean entre el candidato de los ricos y el de los pobres. Actos solidarios tales como los que yo he observado en los de mi entorno podrían ser una barrera contra tales extremos y el comienzo de un gobierno mucho más sólido y eficiente.

Monday, November 12, 2007

dibujo

Thursday, November 8, 2007

Thursday, November 1, 2007

TOTAL ECLIPSE OF THE HEART

http://www.goear.com/listen.php?v=71afc65



Me niego a lavarme las manos.

Están sucias, lo sé, pero las prefiero así.



Un clásico ochentero propulsaba mi carro por la Javier Prado. El velocímetro marcaba 60, luego 70, 80, 100. La velocidad se infiltró bajo mi piel, y todo lo que nunca he dicho se atoró en mi garganta. Lo único que quería es empotrarme contra el borde de la pista y ver mi foto en el periódico al costado de un carro destrozado y muchos policías con ansias de notoriedad. Quería crear un escándalo, un desastre, un evento... lo que sea. Sólo quería algo gigante. Quería romper por lo menos por un segundo la felicidad conformista de la ciudad, la monotonía apurada y conversación forzada, para pintar el cielo gris con todos los rojos que tengo dentro.

Tú cantabas con los ojos cerrados y pensabas en algún sitio que no es Lima y algún momento que no es ahora acompañado por una chica que no soy yo. La manecilla trepaba cada vez más alto—110, 120—y mi cabeza daba vueltas de campana. Mis lunas estaban empañadas, y el espejo retrovisor sólo reflejaba el negro infinito de la pista. Cada “turn around” me pinchaba las yemas de los dedos y lanzaba una ola de frío que corría por mis brazos. Cada puente que pasábamos era como un puñetazo en mi mentón, una arcada del corazón que me obligaba a ir más rápido, cada vez más rápido, para poder llegar a un water y vomitar la bilis de palabras que ya casi podía saborear. 130, 140.


PARE

Un agudo “Forever’s gonna start tonight” pulsó el freno de pronto y la manecilla del velocímetro corrió desesperada hacia la seguridad del 0. “Bien” me dijiste, “nada de sobreparar, en los pares hay que frenar en serio”. Forcé una sonrisa y miré hacia delante mientras me tragaba con asco las palabras que nunca te dije. Los signos de exclamación chocaban contra las paredes de mi garganta, abriendo viejas yagas y soltando un ácido punzante que llegaba desde el hueco vacío de mi estómago hasta la punta de mi lengua.



Por eso ahora no tienes derecho a pedirme que me lave las manos. El peso de ese “forever” me fuerza a caminar mirando hacia abajo, aceptando ese “nothing is better” con resignación. Lo único que me queda de los viejos lugares y los momentos compartidos son las manchas de tinta que supieron escuchar lo que tú no te dignaste a preguntar.


Me lavaré las manos algún día. Pero por el momento me contento con desobedecerte y sólo bajar la velocidad, aunque cada calle que cruce me desafíe con un nuevo PARE.

Heights Cartoon- Post-Halloween Reflections


http://media.www.bcheights.com/media/storage/paper144/news/2007/11/01/Opinions/Todays.Cartoon.And.Quote-3070712.shtml

Sunday, October 28, 2007

Miguel Littin


Yo no sabía quién era Miguel Littín. Lo más interesante de conocerlo fue que él sí lo sabía, a la perfección. En un tiempo de identidades subjetivas, él está seguro de ser Miguel Littín, director de cine, chileno, hijo de Cristina y Hernán. Se autodenomina naif, pero no le importa; él cree en la función humanizadora del arte, y no encuentra mejor motor que la creencia en la paz y la amistad entre los hombres. Es por eso que sus relatos son tan auténticos, tan humanos, tan comprometidos, y que es muy fácil ver el mundo a través de su cámara o sus palabras. El cine, me dijo, no es más que un sentimiento. Miguel Littín siente, y hace películas que son ante todo, sentimientos compartidos.

Esperándolo en el lobby del Marriot de Newton, Massachussets con la Sra. Berger, mi profesora de historia del arte, y Lyndsey, otra de sus alumnas, no sabía bien qué esperar. Me había pasado la tarde leyendo artículos sobre el exilio y el cine latinoamericano, y buscando a Littín en Wikipedia, así que tenía una vaga idea de quién era ese director tan famoso que venía a presentar su trabajo en mi universidad. Sabía que había nacido en Palmilla, Chile, y que sus padres eran de ascendencia griega y palestina. Sabía que su primera película, “El Chacal de Nahueltoro” había sido muy bien recibida por la crítica, que había sido exiliado por Pinochet, y que Gabriel García Márquez había escrito un libro sobre él. Mientras miraba los ascensores de vidrio subir y bajar, bajar y subir, y mi profesora preguntaba ansiosa--is that him?--yo me hacía la entendida y decía--I don’t think so--aunque dudaba poder reconocer al director joven y sonriente que me había presentado el Internet tras la neblina de los años.

Vestido con una simple camisa negra y cargando todavía en los ojos las interminables horas de vuelo que lo separaban de Santiago, Miguel Littín--chileno, director de cine--nos saludó excusándose por su tardanza. Yo no sabía bien cómo saludarlo. Después de tanto leer, ya le había otorgado un estatus de gigante, y no podía creer que tenía frente a mí a ese aventurero que describía García Marquez, ese artista comprometido que burló la dictadura de Pinochet filmando una película en el Chile de los ochentas, metiéndose hasta en la Moneda cuando su nombre figuraba entre los cinco mil exiliados no bienvenidos. Pero Miguel Littín me saludó de beso, y cuando le conté que era peruana me habló de Barranco y el centro de Lima, y me preguntó qué estudiaba y por qué, y de pronto me sentí muy cómoda con ese hombre que había sido un extraño hace tan sólo unos minutos. Y es que eso específicamente es lo que hace tan grande a Littín--lo genuino que es, el calor humano que caracteriza todo lo que hace.

Muy a la americana, nos reunimos con dos profesores para cenar al Marriot de Newton a las cinco y media de la tarde con planes de volver a la universidad a más tardar a las seis y media. Sentados entre mil banderas universitarias de la zona y frente a una vista panorámica del Charles River, Littín quedó perplejo frente a la langosta entera, muy New England, que le sirvió la mesera tailandesa. Y allí, en uno de los momentos más americanos de mi vida universitaria, Littín habló de latinoamerica, del cine de nuestra región, de las clases que dicta en Chile. Los latinoamericanos, nos dijo, somos más cinéfilos que cineastas. Yo respondí que sí porque los fondos y el apoyo del arte y no sé qué más argumentos pragmáticos. No, dijo Littín, es que es complicado hacer cine sobre una región que nos presenta una identidad tan difícil. ¿Cómo hacer un cine que sea auténticamente latinoamericano sin caer en el folklore? ¿Cómo presentar una región que no se decide entre ser Europa, y ser indígena, y ser inmigrante porque es todas y ninguna a la vez?

A las sies y quince, la Sra Berger ya andaba un poco nerviosa. Nos despedimos del Charles y las banderas universitarias con un brevísimo té, y nos lanzamos a la hora pico del tráfico de nuestro suburbio americano. La Sra. Berger, cuyo castellano no pudo correr al paso acelerado del acento chileno de Littín, me preguntaba--what did he say? Yo ya me empezaba a marear entre las curvas del carro y las que tenía que dar yo para volver al Marriot, recordar y traducir, cuando Lyndsey me rescató sacando de su mochila una copia de "Las aventuras de Miguel Littín clandestino en Chile", de Gabriel García Márquez. Te lo presto--me dijo.

Tan sólo unos minutos después, estaba en la universidad sentada junto a Lyndsey viendo una película de Littín: "La Última Luna". El cineasta la presentó como una historia de la Palestina de su abuelita, de cuando en ese lugar los palestinos y los judíos usaban las piedras para construir casas y no para pelear. En lugar de filmar la destrucción y la guerra actual, Littín reconstruyo los cuentos que había escuchado en su infancia a base de rincones que todavía quedaban intactos en medio de tanto caos. Denunció el crimen de la guerra describiendo una amistad, llena de desacuerdos pero muy fuerte, entre un palestino y un judío argentino que había inmigrado recientemente. Y esta denuncia es especialmente fuerte porque se basa en su historia, nace de un compromiso con su identidad, con su infancia, y es por eso que es tan genuina, tan humana. Salí del auditorio como salgo siempre del cine tras una buena película, un poco cansada. No sentía que había estado sentada por ciento cinco minutos, sino haciendo algo muy importante. Quizás no construyendo casas en la Palestina de comienzos de siglo, pero viviendo algo.

Me despedí de Littín fuera del edificio, pero su libro me acompañó hasta mi departamento en Undine Road, y la semana siguiente lo llevé casi de pura optimista en mi viaje a Nueva Orleáns. Llevaba también un libro de macroeconomía que tenía que estudiar para mis parciales de la semana siguiente, y me había prometido que no tocaría "La aventura" hasta terminar de estudiar. Pero en el avión entre “tan sólo unas cuántas páginas” y “está bien termino un capítulo y ya” y “bueno qué importa un poquitito más,” me crucé con Littín en su avión hacia Montevideo tras haber terminado de filmar un documental clandestino en el Chile de Pinochet. Es muy raro, pero lo que más me conmovió de su historia no fue los peligros que enfrentó, ni el sufrimiento que presenció, y menos la nostalgia de Allende que le causó, sino cuánto le dolió tener que estar disfrazado de ejecutivo uruguayo en su propio país.

Cuando pasó la aeromoza por el pasillo, yo ya me empezaba a poner ansiosa porque Littín se moría de nervios a mi costado mientras las autoridades chilenas registraban su avión. Yo, por mi parte,--me decía entre dientes--no podía soportar ni un minuto más la ignominia de vivir escondido dentro del otro. Sentí el impulso de levantarme, y recibir a gritos a los revisores: “Váyanse todos al carajo, yo soy Miguel Littín, director de cine, hijo de Cristina y Hernán, y ni ustedes ni nadie tienen derecho a impedirme que viva en mi país con mi propio nombre y mi propia cara.”--. Me entraron unas ganas espantosas de gritarle a alguien, de hacer eco de las palabras de Littín y añadir mi nombre y mi nacionalidad y que me da rabia en este país nadie entienda lo que significa ser peruana. Pero cuando la rubia aeromoza me preguntó si podía recoger mi vaso me comí mis palabras y le dije que sí, thank you very much. Littín hizo lo mismo, y entregó solemnemente su boleto de avión al controlador chileno.

Cerré el libro y me di cuenta que no es lo mismo, que esa aeromoza no tiene la culpa que yo ande extrañando la comida de mi casa, ni la música del carro de mi papá, ni las conversaciones en el patio del colegio. Puede que no le interese mucho mi nombre, mi identidad, mi nacionalidad; pero no me niega el derecho de expresarla. Qué se le va a hacer. A mí lo que me gustó de Miguel Littín fue que era genuino, que estaba seguro de quién era, que su identidad--aunque complicada--lo comprometía, y que de ahí nacía la fuerza de su expresión artística. Quizás por eso se me hace tan fácil compartir sentimientos con él, relacionarlos con mis propias experiencias, vivirlos a mi manera. Quizás por eso también, cuando regresé del viaje me encontré en la biblioteca de mi universidad preguntando: excuse me, do you have any movies about Chile?

Sotheby's




Las oficinas de Sotheby’s Nueva York son casi tan majestuosas como los objetos que subastan en sus interiores. En medio del exclusivo barrio upper east side, un imponente edificio de diez pisos ocupa toda una manzana y hecha su sombra sobre el East River. El lobby de mármol tiene por música de fondo el clin clan de Jimmy Choos y Manolo Blahniks y quién sabe qué otros tacos híper sofisticados. El décimo piso alberga un centro de exposiciones--un espacio amplio de paredes blancas e iluminación perfecta digno de los mejores museos del mundo--por donde pasan desde pinturas renacentistas hasta sillas de diseño. Pero es en el sétimo piso donde reina la tiranía del martillo, donde los coleccionistas más apasionados se muerden las uñas esperando esa pieza única que los tiene locos, listos para levantar su paleta una y otra vez, subiendo su oferta más y más, invirtiendo miles o hasta millones de dólares con sólo un movimiento del brazo.

No es para menos. Desde que el británico Samuel Baker fundó Sotheby’s en 1744, han pasado por sus salas de subasta los objetos más increíbles¬--las joyas de la Duquesa de Windsor, los cubiertos que usaron los rusos en el espacio, innumerables obras de arte importantísimas, y hasta el tiranosaurio rex más grande del planeta. Lo que comenzó como una pequeña subasta de libros valiosos se ha convertido en un imperio con sedes en Londres, Singapur, Paris, Buenos Aires, Melbourne, Tel Aviv, Hong Kong, Moscú....

Comparable a Sotheby’s, sólo Christie’s, su eterno rival con oficinas en Rockefeller Center. Aunque existen muchas otras casas como Phillips de Pury o la mexicana Louis C Morton, los dos gigantes ingleses dominan el mercado internacional y andan perpetuamente involucrados en una intensa competencia sobre quién vende el cuadro, o la estatua, o la antigüedad más cara. Y es que no es cosa fácil persuadir a alguien para que pague más dinero del que jamás se ha pagado por un objeto similar en la historia. Pero la gente lo hace; Sotheby’s y Christie’s los convencen. En mayo del 2005 por ejemplo, Sotheby’s vendió “Garçon à la pipe” de Pablo Picasso por $104.1 millones de dólares, haciendo de éste cuadro el más caro que jamás se ha vendido en subasta. Es con la esperanza de resultados similares que los consignadores de estas casas les confían sus más valiosas pertenencias.

Últimamente, los departamentos de arte latinoamericano de ambas casas han sido bastante exitosos. Las ventas de la subasta de mayo en Christie’s llegaron hasta los 23 millones de dólares--el monto más alto que se ha registrado en una subasta de arte latinoamericano. Sus colegas en Sotheby’s no se quedaron atrás con ventas de 21.3 millones. Ambas compañías reportaron precios record para varios artistas: el cubano Mario Carreño, el mexicano Alfredo Ramos Martínez, el uruguayo Joaquín Torres-García, entre otros.

Esto representa una verdadera revalorización del arte de nuestra región. La primera subasta internacional de arte latinoamericano se realizó en Sotheby’s en 1979, y la casa estuvo orgullosa de reportar ventas que excedían el millón de dólares. En esas épocas, los clientes eran casi todos latinoamericanos. Hoy, el record para pintura latinoamericana es de 5.6 millones y le pertenece a Sotheby’s por la venta del óleo “Raíces” de Frida Kahlo. Carmen Melián, directora de dicho departamento, nos cuenta que 50% de sus clientes ahora son estadounidenses, europeos y del sudeste asiático. Grandes museos como el Tate Modern, el Museo de Bellas Artes de Houston, y la Colección Daros en Zurich han empezado a adquirir piezas de arte latinoamericano y han contratado curadores específicamente para que se ocupen de éstas. El Museo del Barrio de Nueva York nunca ha tenido tantas visitas. Y además de todo esto, los clientes de hoy no sólo demandan arte colonial y Riveras y Tamayos; también quieren arte de los sesentas y setentas, y propuestas contemporáneas, y las bellísimas pinturas de nuestro compatriota Fernando de Szyszlo.

Parada frente al edificio de Sotheby’s, se me hace difícil pensar en cuadros de millones de dólares mientras cuento los céntimos para comprar un café de kiosco callejero; pero el mundo del arte es así. Las pinturas de los grandes impresionistas y los maestros del arte moderno llevan décadas vendiéndose por estas sumas. Es un verdadero orgullo hoy ver a los más sofisticados coleccionistas del mundo salivando frente a un Wilfredo Lam o un Botero o un Matta. El arte es cultura, es parte de nuestra identidad, es reflejo de nuestra experiencia humana. Por eso, cuando en el piso siete de Sotheby’s enseñan un cuadro de Szyszlo y los clientes empiezan a levantar sus paletas, y suenan los teléfonos con ofertas de los que no pudieron asistir, y en la pantalla se ve como sube el precio en dólares y euros y libras y yenes… estamos todos un poco presentes en ese mundo tan glamoroso y tan ajeno a nuestra realidad, pero que sin embargo reconoce que nosotros--nuestra cultura, nuestro arte--valemos millones.

Thursday, October 25, 2007

Heights Cartoon-Trick or Treat



También pensaba que esto quedaba claro, pero hoy tomando café con Alicia le preguntamos a alguna gente y nadie lo entendió. Traté de usar una figura infantil, como lo hacía el caricaturista argentino Quino en su tira "Mafalda", para expresar una visión política de una forma más inocente, que inspire más empatía. Quise enseñar un niño-mundo haciendo trick-or-treating para enfatizar lo que los problemas del mundo piden de nosotros--adoptaremos una actitud negativa(trick) o responderemos a su pedido(treat)? La idea del niño-mundo y la perspectiva que pone al lector en la posición del adulto abriéndole la puerta, mirándolo desde arriba, pretende comunicar lo frágil e indefenso que es el mundo y el poder que tenemos para mejorarlo. El disfraz de esqueleto subraya la gravedad de los problemas.

Aparentemente he entendido mal la frase trick-or-treat toda mi vida. El truco no viene de parte del adulto sino del niño si no le dan un dulce. De todas formas... se podría interpretar la caricatura como un llamado a ayudar para evadir ser víctima de un truco. Es decir, habrán consecuencias si no decidimos actuar.

http://media.www.bcheights.com/media/storage/paper144/news/2007/10/25/Opinions/Todays.Cartoon.And.Quote-3056389.shtml

Thursday, October 18, 2007

Heights Cartoon-Myanmar/Burma


http://media.www.bcheights.com/media/storage/paper144/news/2007/10/18/Opinions/Todays.Cartoon.And.Quote-3040730.shtml?reffeature=htmlemailedition

Yo pensaba que quedaba bastante claro, pero ayer en el almuerzo mientras lo dibujaba mucha gente no lo llegó a entender, así que acá va un poco de contexto. Hace años que la gente de Burma es subyugada por un estricto régimen militar que rebautizó la nación como Myanmar. Muchos gobiernos todavía se rehusan a reconocer a estos gobernantes y a aceptar ese nombre. A comienzos de octubre, los monjes budistas, muy respetados en esta cultura, salieron a la calle a protestar, y así la miseria y el sufrimiento de este gente ocupó la primera plana de todos los medios por un momento. Lamentablemente, todo ya volvió a la normalidad y la gente de Burma no sólo carece de los derechos civiles y políticos básicos, sino que tienen serios problemas économicos... ¿mejor?

Tuesday, October 9, 2007

viaje a nueva orleans




El primer fin de semana de octubre visité dos ciudades, y ninguna de la dos queda en los Estados Unidos.

La primera es una ciudad de jazz en todas las esquinas, de “how you doing baby?,” de calles angostas y antiguos balcones de fierro, de barrios humildes pero pintadas de rosado y turquesa y amarillo patito, de pescados incrustados con pecanas, de sanguches gigantes en cafetines de mala muerte, de fiestas por cualquier cosa, y caimanes-mascotas con nombres de comida japonesa. Una ciudad inédita y sorprendente, donde todo es fusión, y donde la gente no puede dividir su identidad en fracciones como lo hacen sus vecinos del norte porque todos son un poco cajun, y criollos, y africanos, y latinoamericanos, italianos. La gente en la calle caminaba a mi paso, no necesariamente más lento, pero con menos urgencia que la gente de Boston. Hace tiempo que no me sentía tan en Lima.

En el bus camino a los pantanos vimos una ciudad de barrios abandonados, de casas a las que se les voló el techo, de puentes colapsados; una ciudad cuya población es casi la mitad que la de antes de Katrina, una ciudad que después de 62 billones de dólares sigue destrozada. Luego Valerie, una amiga de Lima que estudia en Tulane, nos contó del día a día en Nueva Orleáns, de sus clases sobre el tema en la universidad, de la corruptela del gobierno, del racismo, del clacismo, de la pobreza. Hasta en los mejores barrios hay que estar muy pendiente de la cartera, el streetcar todavía no va a los suburbios, los museos aún abren en horarios restringidos. Cosas pequeñas comparadas con el pueblo fantasma que es el Ninth Ward, pero que demuestran que hasta en las mejores zonas, Nueva Orleáns todavía anda cojeando. Cosas que no pasan en Estados Unidos. Problemas de fondo que fueron magnificados por el huracán, pero que ya existían antes.

Supongo que lo que más me chocó es que éstas no son dos ciudades sino una, y que queda en Estados Unidos. Yo ya me había hecho una idea algo clara de lo que era este país, pero ir al sur me ha abierto los ojos. Este país tiene una cultura bastante más rica de lo que yo pensaba, y la gente puede ser más parecida a mí de lo que creía. Sin embargo, también me he dado cuenta que la pobreza aquí también existe, como también la ineficiencia, y los problemas de fondo que tanto desmoralizan. Me impresiona encontrar un sitio donde me siento tán comoda aquí, pero también me parece inaceptable ver tal desastre en un país tan desarrollado.

Mi amiga Sonia fue a ayudar a los damnificados hace un tiempo, y me contó que después de esa visita decidió hacer un máster en ayuda social en lugar de uno en leyes. No podía creer, me contó, que la gente de Nueva Orleáns esté dándole gracias a dios en lugar de lamentarse, o que una señora a la que estaban ayudando a demoler su casa les haya preparado una batea de ensalada de atún y se las haya entregado con una sonrisa. Es la coexistencia de estas dos realidades lo que hace que te comprometa tanto esta ciudad, lo que te hace reconocer el potencial inmenso que tiene, lo que hace que te dé tanta rabia verla en tan penoso estado.

En fin, un viaje mucho más interesante de lo que imaginé. Todavía sigo un poco en Nueva Orleáns.

Rania Matar-artista comprometida


Va a sonar bastante bestia, pero siempre me ha costado mucho sentir el sufrimiento abstracto. Por ejemplo, sé que el África sufre muchísimo, pero realmente no puedo decir que lo siento. Cuando pienso en los pobres de África no me hierve la sangre como cuando recuerdo a los niños desnutridos del pueblo joven donde solía enseñar religión. Ese recuerdo me compromete a actuar, a volver a visitar, a conversar con el profesor que organizaba esos paseos, a estudiar muy fuerte para algún día poder impedir que otros niños sufran tanto como ellos. Sólo entiendo el sufrimiento cuando me tira cachetadas, cuando es tangible, cuando tiene nombre y hermanitos y le gusta cantar canciones de David Bisbal. Antes pensaba que para recibir cachetadas tenía que estar parada frente a esos niños, pero cada vez me doy más cuenta que hay otras formas. Menos efectivas quizás, pero de mayor alcance.

Hace unos cuantos sábados, fui con una amiga a visitar la galería donde trabajaba el año pasado y terminé de pura distraída en el “open studios” del distrito artístico de SoWa. Visité los talleres de muchos artistas, pero lo que más me impactó fueron las fotos de la libanesa Rania Matar. Confieso que conversé con ella tan sólo de temas bastante tontos y superficiales, pero me quedé muy impresionada con lo que le escuché decir a otro visitante. Ella era arquitecta en Watertown; la fotografía era tan sólo su hobbie, pero luego de una visita al Líbano, quedó tan impactada con el sufrimiento de su gente que decidió dedicarse por completo al arte. Lo que la diferencia de otros fotógrafos que tratan temas similares es que no enfoca la miseria sino la humanidad, la forma en que la gente reconstruye sus vidas, las memorias que se mantienen vivas entre tanta destrucción. Su lente capta la intimidad de esta gente, su sufrimiento particular, no la miseria abstracta de la guerra. Y es que ése es el sufrimiento que la compremete a actuar, a dejar a sus hijos en Massachussets y volver al Líbano a desarrollar estos proyectos.

Los niños y las mujeres de sus fotografías tienen en mí un efecto similar, aunque menos fuerte, que el recuerdo de los niños del pueblo joven limeño que yo visitaba. Supongo que ésta es una forma de hacer un arte que humanice, que responda a un compromiso sin ser panfleto, que inspire a otros a actuar, que sea remedio contra la apatía. Ya sabía algo sobre los problemas del Líbano porque un amigo de la uni es de allí y me estuvo enseñando fotos y conversando sobre sus experiencias. Sin embargo, la obra de Matar capta algo más. Le dio volumen y textura a esa empatía abstracta, y la convirtió en una preocupación más tangible. Les recomiendo que visiten su webpage: http://raniamatar.com/portfolio/index.html. Está buenísimo.

La dura vida del estudiante

Monday, October 8, 2007

La politica y Albert

Estoy tomando una clase de ética y política desde hace ya un mes, y aunque me he pasado leyendo artículos y libros sobre el tema, he encontrado la mejor respuesta en el correo de un amigo. Grande Albert!

"La política de los paises para mi no es más que una gran escala mucho mas compleja de las relaciones entre personas. Las personas pensamos diferente pero eso no es razón para enemistarse si uno es lo suficientemente maduro como para poder hablarlo. Cuando alguien ya prefiere imponer su norma no puede esperar más que hostilidades por la otra parte y cuando imponer su norma significa matar personas, encarcelar y torturar otros cuantos miles o millones no hay politica economica que lo maquille."

Albert Ardanuy Vidal

Thursday, October 4, 2007

Friday, September 28, 2007

tan solo escribo para dar las gracias

Poema de José Luis Mejía, el mejor profesor que nunca tuve, que sabe mucho de literatura, pero más aún de cómo vivir y cómo enseñar a vivir.

TAN SOLO ESCRIBO PARA DAR LAS GRACIAS

Nací en un mediodía de setiembre
cuando en el Sur el tiempo es primavera,
cuando se anima el sol y se levanta
cansado y remolón, de tanta siesta.
Tuve paz, tuve amor, tuve familia,
mi madre fue mujer valiente y buena,
mi padre fue varón bueno y valiente;
ambos me dieron decisión y fuerza.
Tuve la suerte de tener hermanos
y aunque nunca faltaron las peleas
somos aún un cuerpo que defiende,
leal y solidario, sus fronteras.
Tuve una infancia como cualquier otro,
entre la fantasía y la inconsciencia;
recuerdo que jugaba desde niño
con las manos tenaces de mi abuela.
Tuvimos, unas veces, vino y carne,
otras veces besamos la pobreza,
un tiempo anduve en carro y muchos años
tuve que andar a pie o en bicicleta.
Fui como todos, fui como ninguno,
jamás me acompañó la buena letra
y fui, por hablador y distraído,
una queja común de las maestras.
Me salvaban las notas, los guarismos,
los números que honraban mi libreta,
¡aunque yo me aburriera como un hongo
al "ma-me-mi-mo-mu" y su cantaleta!
Crecí bastante más de lo debido
y pronto comenzaron con las dietas,
con los dulces prohibidos, con las pastas
"que no debes comer, porque te aumentan".
Me dijeron "camina" y caminando
compartí parques, plazas y veredas,
primero con mi padre y de repente
con muchachas que son viejas ausencias.
Con audacia, victorias y fracasos,
llegué sereno hasta la adolescencia
y supe que el amor se viste, a veces,
de esa amiga que tiene lindas piernas.
Anduve con amigos de los cuales
conservo a los mejores, sin urgencias,
pasamos por los mismos desafíos
y compartimos lágrimas y piedras.
Conocimos mujeres para el rato,
unas en alquiler, otras en venta,
y dijimos mentira tras mentira
tan solo por un beso, ¡qué inocencia!
Nos lo jugamos todo en la partida
—que todo es nada cuando se comienza—,
y empezamos a hacernos un camino
a paso lento, sin pensar siquiera.
Cuando se es joven nunca pasa el tiempo,
lo mismo da verano o primavera,
se avanza sin volver atrás la cara,
sin extrañar las cosas que se dejan.
Nunca supe si estuve enamorado,
si fueron ilusiones o luciérnagas,
si alguno de los tantos abandonos
pudo llamarse amor, a ciencia cierta.
Sin embargo las quise como nadie
jamás en su existir podrá quererlas,
los otros se llevaron las caricias,
yo me robé su fe, simple y primera.
Un día le escribí algunas palabras
a la que entonces era la más bella,
alguien lo supo, comenzó a burlarse,
y desde entonces dicen: "es poeta".
Estudié abogacía por un lustro,
soy bachiller en leyes —sin ofensa—
decidí no ejercer la vez que supe
que la justicia se encontraba en venta.
Me volví profesor porque a los veinte
la mala paga del docente es buena,
y vi la luz de tantos maniatados
tras la ferocidad de una carpeta.
En ellos aprendí ganas, coraje;
valor y voluntad, aprendí en ellas;
mis alumnos le dan vida a mi vida
y una alegría insospechada, inmensa.
También he publicado algunos libros
que unos cuantos leyeron con paciencia,
y he descubierto que la vida tiene
algo de cierto y mucho de novela.
Tengo a mi lado una mujer que existe
sobre las olas de cualquier anécdota,
con un alma sencilla y generosa,
con pasión, voluntad e inteligencia.
Tengo una patria que no se limita
a la vulgaridad de las banderas
y una ciudad sin cielo a la que extraño
porque en ella nací, y ella me espera.
Tengo familia, amigos, libertad,
tengo tres perros y una biblioteca,
un corazón que late todavía,
un sueño, una emoción y algún poema.
Le debo tantas cosas a los tantos
que fueron guías, brazos, centinelas,
y soy mal pagador; pido disculpas,
siempre fui torpe cancelando deudas.
La vida es un hermoso sinsentido
y es dándole sentido que se eleva,
nos consuela, nos da, nos eterniza
y nos redime de nuestras miserias.
Tan solo escribo para dar las gracias
a todos, por su tiempo y su paciencia,
porque son cómplices en el milagro
de querer y querer y que me quieran.

José Luis Mejía

Trabajar en el gobierno


Muy emocionante recibir un mail de mi mejor amiga de toda la vida, Sofía García, en donde me cuenta sobre su trabajo en el Mincetur (Ministerio de Comercio Exterior y Turismo del Perú.) Rodeados siempre de tantas acusaciones de corrupción e ineficiencia, es muy lindo escuchar que en muchos casos, la cosas sí funcionan.


"el trabajo espectacular, la verdad es que el gobierno no es un sitio para nada horrible de trabajar, tiene una reputacion de lo peor, y dicen q es una mierda, que aca nada funciona pero la verdad es que cuando estas adentro te das cuenta de la cantidad de cosas q se pueden estar haciendo, vives la verdad de las cosas, las ves como son. Ese tema de que el gobierno despilfarra plata por donde puede, bueno lu te cuento que para que me den un corcho para mi pared y poder colgar ahí mis papeles, mi jefa tiene que pasar un requerimiento formato 2 y no se q tanta vaina mas para justificar el por qué de mi corcho, ahí por supuesto entra la burocracia, pero las intenciones son buenos, es justificar hasta el ultimo sol que se gasta aqui adentro que dentro de todo esta bien… no deberiamos gastarnos los tributos del Peru en cojudeses no?"

Thursday, September 27, 2007

Wednesday, September 26, 2007

Yale devuelve piezas de Machu-Picchu

Me da mucho gusto que Yale finalmente haya cumplido su compromiso con el Perú al devolvernos las piezas de Machu-Picchu que les prestamos hace ya casi 90 años. Pero me da aún más gusto que Francesco Ciabatti, el mejor amigo de mi hermano, haya defendido tan elocuentemente a nuestro país ante las falsedades presentadas en el siguiente artículo publicado en el Yale Daily News. Con gente tan inteligente y dedicada como Francesco, el Perú va a seguir dejando atrás la imagen de inestabilidad y corruptela que, gracias al trabajo de todos nosotros, ya no caracteriza a nuestros país. Arriba Frani!


ARTICULO
http://www.yaledailynews.com/articles/view/21382#
Published: Wednesday, September 19, 2007
(More Opinion articles)
University, not Peru, is best place for cultural treasures

Noah Mamis and Frederick Mocatta

Yalies should be appalled at our administration’s betrayal of our commitment to the preservation and dissemination of culture for ourselves and for future generations. Yale is fortunate to have been endowed with some of the greatest cultural artifacts from around the world. We are therefore burdened with the duty to ensure that such objects are available in the best condition to the widest possible audience, for all time.

In considering the question of Yale’s Andean collection — bequeathed to us nearly a century ago by Hiram Bingham III 1898 — administrators ought to have borne in mind their duty to academia at large and to the general public, domestic and foreign, not to mention those by whom it was bequeathed to us. This decision was a cowardly one, delivered at the point of a bayonet. To relinquish the overwhelming majority of Yale’s South American collection is an exchange of, as Oakeshott would have said, “present laughter for future utopian bliss.”

Successive Peruvian governments have proven themselves thoroughly incapable of adequately safeguarding, preserving and displaying their nation’s own cultural heritage. A tradition of endemic corruption, political instability, occasional restraints on academic freedoms and the results of a nearly 30-year anarcho-Communist insurgency that has left 70,000 Peruvians dead make it eminently clear that Peru is a flawed home for these treasures. The most recent terrorist attack in Peru, this June, left six people dead and dozens injured in the market of an obscure town near the shores of Lake Titicaca. This is a home-grown, determined and concerted terrorist effort that shows a failure on the part of the Peruvian government to create a stable and inclusive political environment. This not yet considering the dereliction of duty by a century of Peruvian governments to adequately preserve, maintain and display the country’s own collection of some of the finest cultural relics in the world, let alone to ensure that the collection remains accessible to scholars. Foremost as an example of this is surely the disaster that has befallen the great Machu Picchu. One of the “New Seven Wonders of the World” and a UNESCO World Heritage Site, it faces severe threats from unregulated urban development in the nearby town of Aguas Calientes. Furthermore, the government has taken few steps to protect the site from the dangers of the burgeoning tourist industry, from the risks posed by earthquakes, or from the contractors and businesses that swarm the ancient ruins.

All this, compared to the environment that Yale is and has for almost a century been capable of providing. Admittedly, though Yale has not hitherto been adequately displaying its Andean collection to the general public, it nonetheless has been preserved and curated to a remarkable degree, and it has been easily accessible to scholars and academics from all backgrounds. Indeed, the location of these pieces at Yale implies that they are important to world heritage, for the Andeans of old who made them have about as much in common culturally with those of us in America as they have with the Peru of our day. There is no political continuity between post-Bolivar Peru and the lands of the Incan Empire.

Another concern following the capitulation of the administration of this university is the precedent that it creates. Yale was threatened with punitive legal action, and by essentially delivering an unconditional surrender in a series of closed and unaccountable agreements, without a day in court, it has only succeeded in encouraging other governments to make claims not only on Yale’s collections, but also on countless other university collections across the globe. The governments of Greece, Egypt, Italy and others, all of which have frequently made similar demands, will only be emboldened by Yale’s concession. The effect for our Roman collections, the Chinese art at Harvard’s Sackler Museum, the Native American art at Stanford or the Greek vases at the University of Chicago is inestimable. From now on, governments can — and will — blackmail our universities for art.

The writers of Monday’s “News’ View” wrote at great length about multiculturalism. Yet multiculturalism does not mean shipping Peruvian artifacts to Peru, nor the Turners in Yale’s Center for British Art to Britain. The cause of multiculturalism is not served by sending works of art back to their geographic area of origin; rather, it is promoted by continuing to encourage truly international collections in diverse locations around the world, accessible to all.

At the very least, the Peruvian government should now pay Yale a century of rent and maintenance costs.


Noah Mamis is a senior in Branford College. Frederick Mocatta is a sophomore in Branford College.




RESPUESTA DE FRANCESCO
http://www.yaledailynews.com/articles/view/21474
Published: Monday, September 24, 2007
(More Opinion articles)
Column on artifacts based on falsehoods

Francesco Ciabatti

It is discomforting to realize that some Yalies are willing to write op-ed pieces based on deliberate lies. After reading Noah Mamis and Frederick Mocatta’s column “University, not Peru, is best place for cultural treasures” on Sept. 19, I feel the need as a Peruvian to respond, by saying that the authors’ argument that Peru is not fit to house the Incan artifacts is flawed, considering that most of the evidence they presented in the article is absolutely false.

With respect to the Andean collection “bequeathed to us nearly a century ago by Hiram Bingham III 1898,” it must be clarified that these artifacts were lent to the University for research purposes, rather than given as farewell gifts for the rediscovery of Machu Picchu. The fact that the University has recognized that Peru holds title to all of these pieces nearly 90 years later is not “capitulation” or “betrayal,” but rather proof that the University stands by the law and will take the necessary steps to honor an agreement and return the artifacts to their lawful owners: Peruvians.

Regardless of the authors’ views of the agreement, it is their portrayal of Peru that I find most upsetting. Calling the country one with “a tradition of endemic corruption, political instability [and] occasional restraints on academic freedoms,” as well as the home of a concerted 30-year terrorist militia “that has left 70,000 Peruvians dead” is preposterous in light of the booming economic conditions the country has been experiencing in the last few years. In economic terms, real GDP growth has averaged 5 percent a year since 2000, among the region’s highest, while average inflation, at 2 percent, is among the lowest. Per capita income has increased notoriously. The communist militia known as the Shining Path, to which the authors attribute the death of 70,000 Peruvians (real numbers are around 23,000), was eliminated more than 15 years ago following the capture of its leader, Abimael Guzman. The specific event that occurred on June 6 was not a terrorist act, but rather a confrontation between smugglers with no political intentions. The IMF has categorized Peru’s democracy and economy as one of the best in the region, far from the chaotic and unconstitutional picture painted by the authors’ false allegations.

Disaster has not befallen the great Machu Picchu. Anyone who has ever visited the UNESCO World Heritage Site knows that the “threats from unregulated urban development in the nearby town of Aguas Calientes” are completely absurd, taking into consideration that the small town is only accessible once a day by train and consists of a flea market and a few restaurants. Even then, the small community living in Aguas Calientes does not pose any threat to Machu Picchu, simply because the Wonder of the World is located 8 kilometers away, on a mountaintop. Having been in Machu Picchu only weeks ago, I can only reinforce that there is no unregulated urban development, and that rather than a “disaster,” it is a cultural jewel treasured by more than 900,000 tourists who visit Peru every year.

Lastly, I would like to say that the authors have been irresponsible in asserting that “the Andeans of old who made [the artifacts] have about as much in common culturally with those of us in America as they have with the Peru of our day.” Millions of people in Peru still speak the Incan language, Quechua, and preserve Incan traditions like the veneration of the Sun God at the ceremony of Inti Raymi. As a sign of respect to the direct descendants of the Incan culture, the authors should refrain from making unfounded generalizations about Peruvian culture without having any knowledge of the beliefs of the Andean populations.

Rather than having “blackmailed” the University for art, Peru has reached an exemplary agreement with Yale that recognizes the rule of law and promotes research, education and development. The new museum to be opened in Cuzco will undoubtedly attract more tourists and strengthen Peru’s position as the rising star in Latin America while simultaneously promoting cultural exchange with Elis from around the world. As for Mamis and Mocatta, I encourage you to visit Peru and discover that the country that you depicted as chaotic and unstable is in fact a nation with a rich past, dynamic present and very promising future.


Francesco Ciabatti is a sophomore in Branford College.

Monday, September 24, 2007

dibujo 2

Thursday, September 20, 2007

dibujo

The Heights cartoon- BC's new printing policy


http://media.www.bcheights.com/media/storage/paper144/news/2007/09/20/Opinions/Todays.Cartoon.And.Quote-2980618.shtml?reffeature=htmlemailedition

Monday, September 17, 2007

A Pleasant Aftershock-Articulo en The Heights

I grew up in Lima, Peru, where small tremors are commonplace; but what happened on the afternoon of August 15 was like nothing I had ever experienced. For two endless minutes, I stood with my mother and sister below the sturdiest doorframe in our house as the ground shook violently below us. Rattling windows drowned my mother's calming words. The sky was lit up by flashes of white light. Shattered glass littered my bedroom floor. I thought it was only a matter of time before the walls collapsed on top of us and we were trapped in our own home.

But the walls did not collapse. Just as suddenly as it had begun, the trembling ceased. "Was that really an earthquake?" I asked my mother. "Yes," she answered. As scared as I had been, this experience seemed way too tame in comparison to the horror stories of the quakes of the 1970s.

The real earthquake came over the next few days. Local headlines read: "7.9 ON THE RICHTER SCALE," "CHAOS AND PILLAGE IN THE SOUTH," "MORE THAN 540 DEAD," "1200 WOUNDED," "80% OF THE TOWN OF PISCO DESTROYED." The capital city of Lima barely endured a few scratches, but the southern province of Ica was bleeding to death. The southern portion of the Lima province and the Andean provinces of Junín and Huancavelica were not much better off. The saddest thing was that, as with most natural catastrophes, the poor were hit the hardest. Their humble homes crumbled even in areas where properly built structures remained intact.

The government, lacking any coherent emergency plan, tried at first to divert the public's attention by criticizing the temporary collapse of the phone lines and the response of human rights organizations to the crisis. Nonetheless, the government later depoliticized the issue and set up a group led by efficient businessmen to deal with the rebuilding process. This is probably the area's best chance for recovery.

But what really touched me happened in between the lines of the newspapers. Peru has a history of terrorism, economic instability, and political disasters - it is a country where people are accustomed to fending for themselves and distrusting their neighbors. Surprisingly, I have never seen so much solidarity.

On the day after the earthquake, I went to the national stadium to sort out donations and was greeted by mountains of clothing, food, medicine, and diapers. People of various ages and social classes were working tirelessly side by side, yet no one was telling them what to do. It was not necessary; they were working as one. I tried to donate blood and the nurses told me to wait a few weeks because they had too many donors. Everyone I called was at the supermarket buying food for the victims, or rummaging through their closets for blankets, or even down south building houses or helping out at health centers.

Even if this atmosphere of solidarity does not outlive the quake's headlines, it marks a shift in the Peruvian mindset. When I was standing below the doorframe and saw the sky lit up, I thought it might be the end of my city. In retrospect, I think it could be the beginning of something good.

Lucia Benavides is a junior in the College of Arts & Sciences.

Thursday, September 13, 2007

Wednesday, September 12, 2007

viaje a iquitos

Saturday, September 8, 2007

fotos amarillas


Por eso, cuando el tiempo hace resumen
y los sueños parecen pesadillas,
regresa aquel perfume
de fotos amarillas.

Joaquín Sabina

Tuesday, August 28, 2007

agenda

siempre cargaba la agenda. era una libreta simple, azul, pequeña, pero en ella se podía ver toda una semana de un solo vistazo. 7 columnas compuestas por 24 líneas perfectamente derechas, aunque las columnas del sábado y el domingo era un poco más chicas, quizás insinuando que los fines de semana debían tener un horario más flexible—una deliciosa espontaneidad programada que la hacía sentir joven y divertida y aventurera.

la mayoría de esas líneas estaban llenas de preocupaciones tan minúsculas como la-cita-con-el-dentista o comprar-zapatos-nuevos, pero claro que había espacio para el amor y la amistad y la familia. tenía reservada la línea 17 del 8 de junio por ejemplo para el-café-con-las-amigas y la 5 del día siguiente para el-regreso-de-la-discoteca-con-el-chico. a veces le provocaba que dejen de ser tan ineficientes en la imprenta y publiquen ya la agenda del 2008 y 2009 y, de ser posible, la del 2010, porque sería tan relajante empezar ya a llenarlas de anotaciones. y además, si se presentaba un imprevisto lo podía apuntar en la casilla de “no olvidar” que se ubicaba encima de las columnas del jueves, viernes, y sábado. aunque claro, a veces era un poco estresante cuando llegaba el lunes y ya tenía llena la casilla de “no olvidar,” o cuando se topaba con asuntos como EL AMOR, LA AMISTAD, y LA FAMILIA que no cabían entre las líneas de las columnas ni en la casilla de “no olvidar”. pero eso no importaba, porque las cosas se hacen en orden y ya decidí hace meses que hoy es la-cita-con-la-peluquera y qué me importa que la pasaron tan bien ayer HACIENDO-NADA-TODOS-JUNTOS, la próxima vez avisan con tiempo y quedamos bien, fíjate que en dos semanas tengo unas cuantas líneas libres...

Sunday, August 19, 2007

Cine



Sentada frente a la pantalla. Inmóvil.

En la pantalla cantan, bailan, comen. En la pantalla hablan.

Sentada frente a la pantalla. Inmóvil.

En la pantalla acción. En la pantalla movimiento, vida, amor.

Sentada frente a la pantalla. Inmóvil.

Ríe.

-¿Vida ésa? ¡Vida la mía! Vivir jugando juego ajeno, vivir actuando, vivir mentira. Vivir peón del ajedrez social. Vivir bajo reglas implícitas. ¡Vida la mía!

-¡Vida la del observador! Empieza la vida cuando el juego termina. ¿Vive más el títere o el que lo mira?

-Yo entiendo el juego. El que ellos juegan día a día. Sin saberlo, pero juegan. Yo entiendo el juego, entiendo a los juguetes, entiendo la vida.

-Y yo la veo. Veo la vida. Los veo a ellos, los juguetes: transparentes. Los veo porque repiten mi vida. Dos veces, tres veces, infinita. Siempre se ve más claro el espejo retrovisor que el parabrisas.

Y de nuevo.

Sentada frente a la pantalla. Inmóvil.

Los juguetes juegan en la pantalla. Repiten el libreto de la vida. Y atrás de ella, él la mira.

La observa, la analiza, la comprende, la entiende. Ve su juego: juego propio, pero juego. Igualita. Igualita a los juguetes de la pantalla. La mira.

La mira. Sola, perdida. Envuelta en sus ideas, sus mentiras. Su juego negado, su contradicción. La mira.

La mira. Defendiendo su vida, su soledad, su mentira. Despreciando juego ajeno. Despreciando pantalla. Despreciando lo que mira, sentada frente a la pantalla. Inmóvil.

Voltea.

La observadora observada. Adrenalina.

Lo analiza, lo ve, lo mira. Pero no se ve en él. No ve en él su vida. ¿Qué juego juegas?—pregunta tácita. Tiene empañado el parabrisas.

La observadora observada. Adrenalina. Miedo.

Él ríe.

Dame la mano—orden tácita. Ella obedece. Yo miro.

Monday, August 13, 2007

El Mundo de Alison

"One time I made a hopscotch thing that went up and down curving back and forth all over my driveway, there was something like 140 squares. So if ur still freaking out about the potential of ur hopscotch game ending, take this into consideration, 9 squares plus home is the typical school yard set-up but that’s just recess, in life I think u can have as many or as few squares as u want."

Alison Herbert

Thursday, August 9, 2007

El cómo y el qué

Querida Lucía,
me alegra mucho recibir tus líneas y me hace muy feliz y me honra que creas que yo pueda darle una respuesta a tus dudas.
No voy a discutir el tema de la vocación porque creo que eso lo tienes muy claro, siento que el problema es hallar una razón valedera para estudiar arte en un mundo que, aparentemente, te necesitaría en alguna otra profesión más "útil". Creo que allí reside tu dilema en la "utilidad" o no del arte. ¿Sirve el arte para algo? Me parece estar ante cualquiera de mis muchos prácticos alumnos que me preguntan "José Luis, ¿de qué me sirve la literatura?" y yo les explico que no importa lo que vayan a hacer, el estudiar Literatura humaniza, nos aproxima a los demás y nos deja ver aspectos de la gente que, de otra forma, jamás observaríamos en los seres humanos. "No importa que seas dueño de una empresa, ingeniero o presidente de la Nación, lo que importa es que, hagas lo que hagas, lo harás con humanidad", esa es siempre mi respuesta y no es mía, muy probablemente se la aprendí a mi padre.
Claro, cuando el asunto es no sólo acercarse a esa forma de humanizarse que es el arte sino hacer de eso una forma de vida, el asunto se torna un poquito más complicado. Acá viene a cuento un tema que se viene discutiendo desde hace siglos, ¿cumple el arte una función social o es pura estética?, y si es pura estética, ¿qué derecho tenemos de hacer arte cuando el mundo necesita hospitales, casas y escuelas, doctores, constructores y maestros? ¿Es el arte, como mucha gente afirma, un lujo de los ricos? Y creo, queridísma Lucía, que allí reside un poco la tragedia que vives. Si tuvieras que trabajar para comer y solo pudieras estudiar de noche en San Marcos, ¿escogerías Arte o Derecho, Literatura o Ingeniería? A lo mejor a primera vista te tienta responder Derecho o Ingeniería, pero basta con ver a los alumnos de la Facultad de Letras de San Marcos, pobres estudiando carreras que muy posiblemente los mantenga pobres el restos de sus días, para empezar a cuestionarse eso. Chávez, el pintor, prefería comprarse un tubo de óleo antes que comer y prefería pasar las noches durmiendo bajo un puente en Italia antes que rendir su vocación. Claro, siempre sigue en pie tu pregunta, ¿la vocación es una decisión así de subjetiva, es sólo la terapia de una niña rica asqueada de las inauguraciones donde van todas las viejas pitucas de Lima —que nada entienden de arte— a chismosear sobre el vestido de Fulana, el nuevo amante de Mengana o las joyas que adornan el cuello de Perenceja? Yo diría, querida Lucía, que no hay escapatoria, que toda decisión es subjetiva, lo objetivo —así como nos lo quieren endilgar— es sólo una ficción; nadie es completamente objetivo, nadie puede serlo, todos actuamos guiados por nuestros propios criterios y queremos darles mayor validez porque encajan en una lógica común y externa (aparentemente objetiva), cuando esa lógica nace del devenir del proceso de culturización humana, que durante siglos fue emitiendo razonamientos subjetivos, personalísimos y propios, y luego los objetivizó a fuerza de costumbre. O sea, más de lo mismo.
¿Eres una niña atormentada porque cree que el arte es sólo una opción terapéutica y te mueres de remordimiento porque en el mundo los niños se mueren de hambre? Esa lógica puede ser hermosa, pero es suicida, porque si piensas así, el colegio de donde vienes, la familia de donde procedes, la universidad donde estudias, tu vida completa "becada" por una circunstancia que pudo darte “lo mejor”, todo, todo estaría mal y deberías cuestionarte no sólo la carrera sino la existencia misma, tu vida misma. ¿No es horroroso que mientras tú y yo escribimos desde nuestras computadoras tomándonos una gaseosa o disfrutando de buena música o sentados cómodamente o las tres cosas y más, en este mismo momento, en este instante, se muere gente de hambre, de enfermedades que podrían curarse con unos cuantos millones, de violencia, de intolerancia, de la falta absoluta de humanidad? Es horroroso, espantoso, macabro, vil, egoísta, pero es. ¿Qué hacemos? ¿Dejamos todo y nos vamos a la montaña a pasar hambre con los que pasan hambre y les enseñamos a leer y tratamos de sacarlos adelante así con nuestro pequeño mundo de renuncias? Honestamente, me parece improductivo. ¿De qué me sirves tú en un campo de refugiados en Sudáfrica o Congo o Senegal?, ¿de qué le sirve a la humanidad que tú dejes de estudiar arte y decidas ser abogada o ingeniera o médico? Si tu vocación es ser médico es obvio que estudiar arte es, al menos, improductivo, ¿por qué la misma lógica no puede utilizarse en sentido contrario? De igual manera, si el arte es tu vocación, ¿no crees que es —por lo menos— perder el tiempo estudiar economía? Yo pensé —porque objetivamente todos lo pensaban y me lo decían— que iba a ser un gran abogado, defendiendo a los pobres y combatiendo la injusticia, lo cierto es que fui infeliz durante toda la carrera. Yo quería —yo quiero— ser escritor, decir lo que pienso, dar mi opinión y hacer que el mundo diga "mira, eso piensa Mejía, a lo mejor tiene razón" o "Mejía está mal, hagamos lo contrario" o lo que sea, quería que me escucharan y creo cada vez me escuchan más, unos pocos más, y eso me hace feliz. ¿Soy útil para mi país, lo que hago es sólo terapia para liberar mis demonios, fue una decisión subjetiva? Yo, como tú, querida mía, me lo he cuestionado mil veces. Yo nací en un hogar acomodado y la crisis nos arrastró a vivir en San Miguel, en unas viejas casas de adobe donde, cuando llovía, había goteras. Mis padres pasaron por épocas muy malas, vendieron todo —hasta los anillos de boda— por mantenernos juntos y vivos, por darnos una educación y formarnos como seres humanos. Pasamos miserias porque mi padre era un idealista y un hombre de bien y enfrentarse con los poderosos siempre trae problemas, pero le agradezco cada plato de arroz con huevo que comí de niño y cada lección de vida que me dio. No me hizo ni un amargado, ni un resentido, me enseñó a perseguir mis sueños. Cuando era adolescente quise ser abogado para acabar con los malos de este mundo, meterlos a todos presos y hacer de mi país un lugar mejor; también iba a ser abogado de los pobres, para que los que no tuvieran cómo defenderse me tuvieran a mí, para que los poderosos no abusaran de los débiles. ¿Tienes idea de cuántas veces me cuestioné dictar clases en el colegio más aristocrático de Lima, enseñando a quienes —aparentemente— no necesitan nada? Mil veces. Y sin embargo, estos años han sido para mí una experiencia maravillosa, dictarles ha sido aprender muchas cosas y me ha dado la oportunidad de ver las cosas "del otro lado", yo me decía "pensar que iba a defender a los pobres y termino enseñando a los ricos", me sentía un traidor, un desleal con mi origen y con mi patria, con mi realidad y mi historia. Sin embargo, ustedes me enseñaron que estaba equivocado, que no hay "ellos y nosotros", con las justas hay buenas personas y canallas (y de esos hay en todas partes). Lo único que hay que hacer es rescatar a esas buenas personas que —como tú— van por el mundo confundiendo el cómo de qué; el qué es hacer de este mundo un lugar mejor, el cómo es la manera y puede ser con un dibujo, un discurso, una máquina o la cura para una enfermedad. Allí reside tu error, querida Lucía, y allí residía el mío, mi qué era defender a los buenos de los abusos de los malos y ese cómo que creí encontrar fue peleando en los tribunales y no era mi cómo, así que poco a poco fui hallándome y me convertí en profesor y en escritor. Este es mi cómo. Cuando una muchacha maravillosa como tú pierde el sueño cuestionándose su propio papel en el universo, yo —que he logrado que mi qué suceda— me siento feliz y me siento orgulloso de poder ser el interlocutor de tus dudas. En estos momentos, querida Lucía, podrías estar fumando marihuana, emborrachándote o teniendo sexo con toda tu universidad, podrías estar gastándote el dinero de papá o recorriendo las discotecas más caras de Nueva York con tus nuevos trapos recién adquiridos en alguna tienda exclusiva. Y no lo haces. Te sientas, abres la máquina y le escribes a este gris profesor de secundaria preguntándole por una buena razón para ser artista. Lucía de mi corazón, tú eres la mejor razón que podrás encontrar. No lo dudes ni un instante. Eres una maravillosa mujer, un ser sensible y comprometido con el ser humano; mantente así, sigue así, insiste en ser quien eres y dale al mundo todo lo que te salga del alma, denuncia a través de tu arte la injusticia, el hambre, la violencia y todas las taras de la humanidad y con eso no te pido que conviertas tu arte en panfleto, te pido sencillamente que mantengas esa infinita humanidad que te ilumina y que la entregues, en la forma que quieras, en la forma que puedas, en la forma que te haga más feliz, al mundo entero.
Todo mi corazón.
JL

Sunday, August 5, 2007

Mundo


En Argentina le dicen “Rayuela”; en Chile “luche”; en Lima yo siempre lo llamé “Mundo¨. Es un juego de chicos que consiste en embocar una piedrita en el cuadrado #1, saltar hasta allí en una pierna, recoger la piedra sin caerte, y regresar a la base sin pisar las rayas que separan los cuadrados. Se hace lo mismo con el 2, 3, 4, y así sucesivamente hasta llegar al óvalo donde queda el 10 pero que se llama (muy apropiadamente) mundo.

Lo vengo jugando desde hace años—en el Mundo de asfalto del cole, en los Mundos de arena que dibujaba en la playa—pero recientemente las distancias entre un cuadrado y otro se vuelven cada vez más largas, y mientras más lejos veo el óvalo del mundo, más en serio me tomo el juego, y más me suda la mano cuando trato de hacer puntería. Y mientras más me alejo de la base, más nerviosa me pongo al regresar… ¡qué rabia pisar la raya que separa el 1 del 2 y tener que volver a embocar la piedra en el 9! ¡Qué vergüenza volver a la base desde tan lejos caminando cuando ya se vio a los amigos regresar saltando y con cara de ¨¿viste? Yo ya la hice, te toca¨!

Pero lo que me da más miedo no es fallar, sino ganar. Cada cuadrado tiene su encanto. Nunca estoy completamente cómoda balanceándome en un pie dentro de sus límites, pero por pequeño que sea, el saber que el asunto es temporal es remedio contra la claustrofobia. Y así me construyo una vida en cada cuadrado, y es muy divertido jugar a ser intelectual en una ciudad de marfil, o mujer de mundo en una compañía multinacional, y hasta limpiar un departamento que llamo mío pero es alquilado es novedad y entretenido y emocionante. Pero, ¿qué va a pasar el día que me toque dejar de jugar y empezar a ser… y las cuentas y las responsabilidades vayan cerrando el ovalo hasta que termine balanceándome también allí pero con el peso de una eternidad de lo mismo sobre los hombros? ¿Se puede volver a empezar otro juego entonces? ¿Cuándo se es muy grande para jugar Mundo? ¿O será que ando jugando mal toda la vida y que en el óvalo del 10 queda el cielo y no el mundo?