Sunday, March 2, 2008

Yunnan V--Dali,entre las montañas y el lago


Dali, al noroeste de la capital provincial de Kunming



Un dancing con Ernesto, Rita, y Ana María




La cordillera de Cang Shan




con Ernesto en uno de los bares/discotecas de Dali



La ciudad amurallada de Dali es un lugar muy turístico como Chuxiongi, pero el turismo allí tiene un aire mucho más hippie, mucho más aventura que el paseo plástico de Chuxiongi. La ciudad se sitúa entre la cordillera de Cang Shan y el lago Er Hai. Es la capital de la prefactura autónoma de Dali Bai, y el hogar histórico de la minoría étnica Bai. Nuestro hotel quedaba pegado a las montañas, a unos cuantos metros de una de una de las puertas de la muralla de la dinastía Ming.

Ya en el bus Rita había sacado sus dos guías--la Lonely Planet en inglés para asuntos prácticos, una en portugués para asuntos culturales y contexto. Así que en cuanto llegamos, salimos a perdernos entre las calles empedradas de Dali buscando la famosa Foreigner’s street. La guía nos aconsejaba mirar la corriente de los canales al borde de las calles para no perdernos; yo vi a Rita tan convencida que me dejé llevar, y efectivamente terminé en la calle adecuada.

Foreigner’s nos saludó con una tira de tiendas de artesanías, restaurantes con menús en inglés, y mucho alboroto. Los paredes de las tiendas parecían empapeladas de tanto chal con influencia tailandesa o tibetana. Acostumbrada a los diseños geométricos, colores vivos, y tejidos rústicos de la sierra peruana, a mí me mucho jalaban los ojos los chales tibetanos--tan asiáticos, pero tan de sierra, de montaña. Muy rico caminar por ahí con la silueta de las montañas a la distancia y el olor delicioso de los anticuchos de calle que se colaba por los rincones.

Esa noche salimos a comer con casi todos los del grupo a un restaurante en Foreigner’s. Yo andaba un poco molesta; había investigado tanto sobre la comida del Yunnan antes de ir, que lo único que quería comer era el jamón tan famoso y ensalada de menta y todo lo que sea local. Por suerte el menú tenía una sección de comida local, así que pude comer mi chancho con frutas y queso frito. Fue divertido ver también como interpretaban la comida gringa--a Ernesto (mi amigo panameño) le trajeron una cheeseburger sin queso y sin pan.

Dali nos sorprendió con sus noches, a algunos hasta en exceso. De nuevo bien al baijiu de bodega, nos lanzamos a un bar/discoteca (jiuba en chino,) y terminamos toneando de lo lindo en una pista de baile elevada y de lucecitas. La siguiente noche nos la tomamos más light y sólo caminamos por la ciudad y fuimos a Bad Monkey, un bar súper hippie en una zona más escondida.

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