Tuesday, March 18, 2008

La China en tren


Chris inspirándose con un poco de baijiu para hacer las tareas del día siguiente



con Jacob




la estación


"China is the only country in the world to acknowledge as a psychiatric condition the effects of traveling in overcrowded trains. They call it lutu jingshenbing, or travel psychosis, the symptoms include insomnia, dehydration, hallucinations, and violent outbursts. People who commit crimes while suffering travel psychosis, are spared the death penalty."
John Pomfret "Chinese Lessons"

El tren es el mítico medio de transporte Chino... y nosotros no podíamos dejar de probarlo. Nos asustaron mucho con historias de asientos de madera y bagones llenos de animales, pero la verdad es que no estuvo tan mal. Hace unas semanas decidimos hacer un paseo a Datong, una ciudad famosa por sus cuevas budistas y un templo daoista colgante. A la ida fuimos súper cómodos. Compramos los billetes unos días antes en la estación de Beijing, así que no pudimos conseguir los mejores (soft sleeper) donde compartes un cuarto con 4 personas y las camas son súper suaves, pero conseguimos hard sleepers, que no están tan mal. Cada compartimento es de 6 personas, y te apagan las luces a las 11 así que se duerme súper bien. A la vuelta... fue otra historia. Los billetes se tienen que comprar en la estación de donde sales así que sólo pudimos conseguir hard seats... los peores de todos. No apagaron las luces y había gente que tenía que estar parada todo el camino. Dormimos 0, pero los bagones eran bastante limpios y no nos topamos con gallinas ni con chanchos.

Se nota que las cosas han cambiado mucho desde los ochentas, cuando John Pomfret viajaba por la China, o quizás nuestra experiencia ha sido tan positiva porque salimos de Beijing y no de alguna ciudad del interior. No me sorprendería. La semana pasada visitamos Chongxing, una ciudad de 30 millones de habitantes en el interior. Fue increíble ver cómo convivían los rascacielos y las luces neón con la gente de pueblo cargando fruta en grandes canastas de paja--una total anacronía. De la misma forma, Ana María este fin de semana se subió al tren más rápido del mundo en Shanghai, pero todavía a muchísimos pueblos del interior los productos más básicos llegan a en bicicleta, o lo tiene que llevar alguien a pie. La China es definitivamente un país de extremos que comparten una precaria convivencia.

Tuesday, March 11, 2008

Beijing Bycicle

"On all streets and in all directions, browbeaten cyclists pedaled against the tide of China's unruly modernization."
-John Pomfret "Chinese Lessons"

Beijing solía ser la ciudad de las biciletas. Cuando pensabámos en venir, ya teníamos soñado con Ana comprarnos una bici para pasearnos por toda la ciudad. Beijing Bicycle, una de las primera pelis chinas que vi aquí, me presentó todo el mundo que revuelve alrededor de esas dos llantas en esta ciudad--la bici como un símbolo de estátus, cómo se crean problemas entre el "me robaron la mía así que yo me robo la tuya." Pero aunque se ven bicis por todos lados todavía, cada vez más Beijing es más una ciudad de carros. La ciudad crece exponencialmente, y mientras más ring roads añaden... menos práctica se vuelve la bici. El metro y los buses son súper baratos (2 y 1 yuan respectivamente,) pero también son muy lentos y súper llenos de gente. Tener un carro aquí se ha convertido en un gran símbolo de estátus, y sin darnos cuenta, nosotros ya empezamos a percivirlo así.




Hole in the Wall

Después de salirme tanto de la rutina contándoles del Yunnan, me provoca enseñarles algo que es muy Beijing y muy todos los días. Por eso aquí les copio unas fotos del "Hole in the Wall," el restaurante chino de mala muerte donde almorzamos casi todos los días. Evidentemente no se llama así, pero los gringos del año pasado ya lo habían bautizado así y como no conocemos los caracteres de su letrero--así decidimos que se llama.

El menú es bastante parecido a todos los restaurantes más o menos de Beijing. A mis amigas les gusta por el gaoza (dumplings de pasta) y el baoza (dumplings de pan.) Luego le fuimos agarrando el gusto a los platos combinados de arroz. Los chistoso es que no entendemos el menú, así que es jugar un poco al apuntar y esperar que no tenga tripa. Nada muy especial, pero es el lugar donde aprendimos a pedir el zhaopian zaidan (menú con fotos,) el maidan (la cuenta,) y a llamar a as fuyuwuan (meseras.) Además, aquí andan con la máxima de la tecnología china... en tremendo hueco, la fuyuwuan repite tu orden en un micro que se conecta con la cocina... pero no tiene mucho sentido porque andan gritoneando y el sitio es enano igual. En fin, espero que les haga gracia.



Ana María fraternizando con las fuyuwuan




el épico hole in the wall




lade!!! lo mejor del lugar.... ají!!! Va bien con dumplings, con arroz, con carne, con verduras, con sopa.... con todo! Admito que me ha hecho llorar ya algunas veces... pero sí que vale la pena!

Sunday, March 9, 2008

Sprig


“The sprig, even when deprived of its blossoms, is beautiful because it lives, because it expresses a living impulse to grow. The outline of every tree expresses a rhythm resulting from certain organic impulses, the impulse to grow and reach out toward the sunshine, the impulse to maintain its equilibrium, and the necessity of resisting the movement of the wind. Every tree is beautiful because it suggests a movement toward somewhere, a stretching toward something. It has not tried to be beautiful. It has only wanted to live. Yet the result is something perfectly harmonious and immensely satisfying.”
-Yutang Lin "My Country and My People"

Yunnan VIII-Los Bai



En la China, aunque existen importantes diferencias entre la gente del norte y la de las más prósperas ciudades costeñas del sur, la vida cosmopolita de la urbe y la del campo, el 94% de la gente se autodefine étnicamente como Han, y comparte una visión de la religión, la cultura, y la historia bastante similar. Todos mis amigos de Beijing son Han--las amigas que hemos conocido en los restaurantes, la compañera de cuarto de Rita, mi tutor de chino. Aunque mi tutor y la compañera de Rita, que son de origen cantonés, enfatizan las diferencias entre la comida, el lenguaje, la calidad de vida, y la cultura de su región con la de Beijing, las diferencias no me parecen tan drásticas.

A diferencia de Beijing, el Yunnan presenta una multiplicidad étnica impresionante. Cuando en los años cincuenta el gobierno empezó a clasificar minorías, se encontraron más de 250 grupos tan sólo en esa provincia. Aunque sólo 24 han recibido reconocimiento oficial, esto igual significa que casi el 45% de las minorías del país residen en el Yunnan. Nuestro viaje estuvo diseñado como una introducción a estas culturas, y la primera que exploramos fue la Bai.

La mañana del 5 de febrero, dejamos el hotel de Dali con mucha pena, y nos subimos en un bus rumbo al lago Er Hai. Por suerte, no volvimos a la marina del día anterior sino que llegamos a un puerto bastante más rústico. Allí nos separamos en grupos y nos subimos a unas canoas de madera muy largas, en la que los pobladores nos habían dejado unos snacks de tradicionales de frutas secas. La nuestra la manejaba un señor viejo, muy muy viejo, que clavaba un palo largo en el piso del lago y luego con eso empujaba la embarcación. Alrededor nuestro, los pobladores cosechaban té en las islas del río, muchas de las cuales eran artificiales. Me recordaron a las islas de los Uros del Titicaca, aunque éstas no eran flotantes ni hechas de totora.

Una de las chicas Bai empezó a cantar una canción muy aguda en la canoa de nuestro costado. Llevaba la tradicional vestimenta blanca de los Bai (Bai significa blanco en mandarín,) acompañada por accesorios rosados y un tocado bordado. Recuerdo que me pareció muy raro--¿cómo es que una población predominantemente rural, que se dedica a la agricultura y la pesca, adopta una vestimenta blanca?

Anclamos en una de las islas, y entramos a un patio con piso de tierra. Nos recibieron dos chicas Bai con una mesa llena de tazitas de té. Nos sentamos en un círculo alrededor de ellas, y las miramos mientras nos presentaban a cada uno una taza blanca de té cogiéndola con las dos manos, subiéndola hasta el nivel de su cara, y luego entregándonosla. Apenas habíamos terminado mi té, ya tenía a la chica Bai presentándome otro té--esta en una taza más chiquita, endulzado con pedazos de miel, y con pequeños pedazos de nuez y queso flotando por encima. Suena súper asqueroso, pero no estaba nada mal. Terminaron la ceremonia con una taza hasta más chiquita de un té delicioso que te dejaba un sabor muy rico al final. Como la vida, nos explicó nuestra guía Miranda: primero amarga, luego dulce, y al final sólo queda una vaga memoria.

Monday, March 3, 2008

Mayor cantidad de hombres causaria inestabilidad social


Hay más hombres que mujeres
y pronto será un problema,
¿el viejo y vedado tema?
El sexo con sus placeres.
Para cumplir los deberes
de su humana condición,
los chinos sin precaución
pueden causar alborotos;
¡tiene el sexo más devotos
que la gran revolución!
JLM

Sunday, March 2, 2008

Yunnan VII-Dali, el paseo en bici


comenzando la aventura--la carretera



las pagodas (sans puerta)








Las Martas, los Jacobs, Adam, Ernesto, Rita y yo




Ernesto siendo Ernesto


La guía de Rita tenía sus limites--no sabíamos bien cómo íbamos a hacer para alquilar bicis o por donde debíamos pasear. Por suerte, mientras andábamos en el limbo de la indecisión frente al hotel pasó un inglés en bicicleta. Rápidamente lo interceptamos y nos dio todos los datos. Fue así que por 10 quai cada uno (un poco más que un dólar,) Rita, Ana María, las Martas, los Jacobs, Ernesto, Adam, y yo nos subimos en unas súper bicis montañeras y nos lanzamos a la carretera rumbo a las tres pagodas.

Bien roños de tanto regatear con los chinos, nos pareció que el entrar a las pagodas era demasiado caro, y nos dio full rabia que no nos den descuento ni con nuestro carnet de estudiantes chinos. Así que bien criollos tomamos fotos desde la entrada haciendo malabares para que salgan bien las tres pagodas, pero que no se vea ni un pedacito de la puerta que nos separaba de ellas.

Cumplido el sightseeing oficial, cruzamos la carretera y tomamos un camino de tierra hacia el lago. A nuestros costados yacían campos inmensos de arroz o té (nunca me enteré bien,) pero no valía distraerse mucho porque hacía un viento fortísimo, tanto que mientras cruzábamos por una parte particularmente estrecha y elevada del camino, un colombiano que conocimos se distrajo y se cayó encima de los cultivos.

El lago y el pequeño pueblo que visitamos eran súper lindos. Lamentablemente no pudimos ver mucho del lago porque estábamos en una parte que era como una marina privada, y sólo a los primeros les funcionó el cuento de “meiguoren ting bu dong” (soy gringo no entiendo.) No me importó mucho, porque pude observar como cocinaban anticuchos de grillo y trataban de venderme sapos vivos en un balde. Además, vi a lo lejos una tienda de mármol de Dali--que es tan famoso que la palabra en chino para mármol se traduce literalmente como “Piedra de Dali.” A los chinos les gusta tanto que lo cortan en capas muy finas, le ponen un marco, y lo admiran como si fuera una pintura. Y sí, si no te lo cuentan… te crees que las venas del mármol son siluetas de montañas chinas. Muy cool, y muy taoista eso de apreciar la belleza tan pura de la naturaleza.

Muy de buen humor y sintiéndonos la última chupada del mango y gente aventurera, regresamos a la ciudad, y encontramos un restaurante hindú. Poco “chino”, pero muy Yunnan con su mezcla tan compleja entre sudeste asiático, y Tibet, y su frontera con la India. Tan tranqui, nos dejaron hasta estacionar las bicis adentros y nos estuvimos riendo mientras esperábamos la comida porque podíamos ver como unos hippies andaban fumando unos bongs gigantes en la tienda de enfrente. Muy rico, pero poco “bu la” para la decepción de Rita.

Le sacamos el jugo a Dali, tanto que aunque la competencia está fuerte, creo que fue mi parte favorita del viaje.

Yunnan VI--Dali, el teleferico


Ana María, Rita, Ernesto, las Martas y Adam en la cima de la monaña




Las Martas







Habíamos planeado mucho para el segundo día en Dali--queríamos tomar un teleférico en las montañas Cangshan y montar bici por el Lago Er Hai. Ese día sufrí lo que se convertiría en mi martirio diario--el no poder tomar bien mi desayuno (que es nada menos que la comida más importante del día.) Resignada a las galletitas de almendra de la china sonriente, empezé con Rita, Ernesto, Ana María y Adam la caminata hacia la estación del teleférico. Después de mucho trepar por callesitas y cultivos, vimos a lo lejos (bien a lo lejos) los cables del teleférico--nos habíamos perdido mal. Media vuelta y revisión de la guía de Rita después, nos subimos al teleférico y nos encontramos con nuestras dos Martas españolas (Xiao y Da, la más chiquita y la más grande) en la cima de la montaña.

Mientras los gringos veían el Super Bowl en la ciudad, nosotros nos sentamos en una terraza con una vista espectacular, tomamos té, y algunos comieron arroz y más galletitas. Visitamos allí un pequeño templo taoista. Los monjes fueron súper simpáticos con Xiao Marta y conmigo--nos dieron incienso y nos enseñaron a rezar frente a la estatua del emperador y todo el show… pero luego nos llevaron a unos escritorios, nos dijeron que escribamos nuestros nombres y nos sugirieron una generosa donación. Xiao Marta y yo fuimos cordiales, mas no generosas.

Las vistas al bajar la montaña estuvieron hasta mejores que las de la cima--pudimos ver la inmensidad del lago a la distancia, y mientras más grandes se veían las tres pagodas de la ciudad, más nos emocionaba nuestro próximo paseo en bici a visitarlas.

Yunnan V--Dali,entre las montañas y el lago


Dali, al noroeste de la capital provincial de Kunming



Un dancing con Ernesto, Rita, y Ana María




La cordillera de Cang Shan




con Ernesto en uno de los bares/discotecas de Dali



La ciudad amurallada de Dali es un lugar muy turístico como Chuxiongi, pero el turismo allí tiene un aire mucho más hippie, mucho más aventura que el paseo plástico de Chuxiongi. La ciudad se sitúa entre la cordillera de Cang Shan y el lago Er Hai. Es la capital de la prefactura autónoma de Dali Bai, y el hogar histórico de la minoría étnica Bai. Nuestro hotel quedaba pegado a las montañas, a unos cuantos metros de una de una de las puertas de la muralla de la dinastía Ming.

Ya en el bus Rita había sacado sus dos guías--la Lonely Planet en inglés para asuntos prácticos, una en portugués para asuntos culturales y contexto. Así que en cuanto llegamos, salimos a perdernos entre las calles empedradas de Dali buscando la famosa Foreigner’s street. La guía nos aconsejaba mirar la corriente de los canales al borde de las calles para no perdernos; yo vi a Rita tan convencida que me dejé llevar, y efectivamente terminé en la calle adecuada.

Foreigner’s nos saludó con una tira de tiendas de artesanías, restaurantes con menús en inglés, y mucho alboroto. Los paredes de las tiendas parecían empapeladas de tanto chal con influencia tailandesa o tibetana. Acostumbrada a los diseños geométricos, colores vivos, y tejidos rústicos de la sierra peruana, a mí me mucho jalaban los ojos los chales tibetanos--tan asiáticos, pero tan de sierra, de montaña. Muy rico caminar por ahí con la silueta de las montañas a la distancia y el olor delicioso de los anticuchos de calle que se colaba por los rincones.

Esa noche salimos a comer con casi todos los del grupo a un restaurante en Foreigner’s. Yo andaba un poco molesta; había investigado tanto sobre la comida del Yunnan antes de ir, que lo único que quería comer era el jamón tan famoso y ensalada de menta y todo lo que sea local. Por suerte el menú tenía una sección de comida local, así que pude comer mi chancho con frutas y queso frito. Fue divertido ver también como interpretaban la comida gringa--a Ernesto (mi amigo panameño) le trajeron una cheeseburger sin queso y sin pan.

Dali nos sorprendió con sus noches, a algunos hasta en exceso. De nuevo bien al baijiu de bodega, nos lanzamos a un bar/discoteca (jiuba en chino,) y terminamos toneando de lo lindo en una pista de baile elevada y de lucecitas. La siguiente noche nos la tomamos más light y sólo caminamos por la ciudad y fuimos a Bad Monkey, un bar súper hippie en una zona más escondida.

Yunnan IV-Chuxiongi, "wo men peng you" los locales


saltando con Rita, mi amiga portuguesa



Rita inspecciona la cocina del restaurante



con Rita




Rita



Fue en Chuxiongi también cuando conocimos a nuestra primera china subidita de peso. Las chicas de UIBE son casi todas regias, y caminan por el campus como si estuvieran en una pasarela bien ahí con sus botas fashion y todos los ganchitos de plástico. Nuestra china era una señora que tenía un pequeño restaurante en la zona, y (para alivio nuestro, y en especial el de Rita “bu la”) un hijo que hablaba inglés. En cinco minutos nos preparó todo un banquete, cocinando todo con un saborcito especial porque siempre usaba la misma sartén!! Nos dio también una leche de soya--pero eso sí que no estaba tan rico. Descubrimos el secreto de sus curvas cuando nos sirvió un plato entero de grasa cortada en cubitos. Pensando que era berenjena, yo me serví unos cuantos pedazos y sí que estaban buenos. Cuando me enteré qué eran fui más prudente.

Lo bueno de no tener guía fue que nos dio tiempo para tontear. Estuvimos jugando y saltando por ahí… pero lo mejor fue cuando unas de las chicas de TBC compraron sogas y empezamos todos a saltar. Ya éramos noticia por ser turistas y además extranjeros, pero cuando empezamos a saltar la gente del pueblo no pudo más y se amontonó alrededor nuestro. Después de rogarles un poquito, algunos niños hasta se pusieron a saltar con nosotros. Definitivamente, una visita que pude ser muy superficial, muy plástica, y muy “sólo posa para la foto,” pero que terminó siendo súper divertida porque la gente andaba con buena onda. Un buen comienzo.

Yunnan III-Chuxiongi, el mercado




Chuxiongi se empezó a poner chévere cuando terminamos de caminar la calle bonita y fuimos al mercado. Allí vimos todos sus productos--desde los típicos souvenirs turísticos, hasta nougats, pasando por pescado deshidratado… Vimos también como una mancha de gente se amontonaba para hacer apuestas. Cuando estábamos regresando vimos que un chino venía corriendo y se disipó toda la masa de gente; unos segundos después apareció la policía.

Yunnan II-Chuxiongi, un pueblo de plastico





Chuxiongi nos pareció un pueblo de plástico--todo perfecto, pulcro, pintoresco, sin gente. En teoría teníamos un guía pero cuando llegamos nos enteramos que no sabía inglés, así que lo despidieron y tuvimos que ingeniárnosla por nuestra cuenta. Aunque no fue el lugar más interesante, tengo full fotos porque andaba súper entusiasmada con la primera visita a un pueblo del Yunnan.

Saturday, March 1, 2008

Viaje al Yunnan I--Kunming



Me siento muy rara escribiendo sobre el Yunnan, porque ya hace tiempo que volvimos a Beijing. Fue tan increíble, y tan largo, y dejamos tantas cosas a medias en la uni, que me ha tomado todo este tiempo reorganizarme, escoger las fotos, y digerir lo suficiente como para escribir en el blog. Pero ya estoy lista… así que prepárense para muchísimos posts, y fotos, y anécdotas!!

Nos embarcamos en un vuelo a Kunming, la capital del Yunnan, el 2 de febrero. En la cabeza llevaba trazado un mapa muy pobre de nuestro destino--sabía que el Yunnan era una provincia en el sudoeste de China, que era muy famosa por su diversidad geográfica, cultural y étnica, que era muy popular entre los turistas. Cargaba en la mochila un libro de artículos sobre el Yunnan y nuestro itinerario, pero andaba demasiado abrumada como para que términos como Hani, Dai, Lijiang, o Xishuangbana me hagan ningún sentido. Así que me embarqué en el avión sabiendo que me sentaba al costado de Ana María, que había empacado para climas bajo cero y sobre 30 grados centígrados, que pasaría muchísimo tiempo en bus, que dormiría algunas noches en casas de locales, y no mucho más. Lo que más andaba era emocionada--BC tiene dos programas en la China y yo escogí este precisamente por los viajes. El Yunnan no me decepcionó.




Ana María y yo, súper felices de poder comer en una terraza después de tanto mal clima en Beijing




Ana María en frente del lago



Con Ernesto, Rita, Chris y Xiao Marta, caminando por las calles neón de Kunming



Estuvo muy bien comenzar en Kunming, la ciudad de la eterna primavera. Me encanta Beijing, pero ya estaba un poco cansada de andar hibernando y mirando un cielo permanentemente gris de tanta polución. La pasamos bien caminando al costado del Lago Cuihui, y viendo a todas las gaviotas de Siberia que inmigran allí en el invierno. Muy entusiasmadas, Ana María, Xiao Marta, Rita, y yo nos sentamos en el balcón de un restaurante, y dejamos que Media Dave (uno de los chicos del staff de TBC) ordene nuestra comida porque no entendíamos ni jota del menú. Fue allí cuando el decir “bu la” (sin picante) se convirtió en parte de mi rutina porque Rita es casi alérgica a él. Por suerte yo no lo soy, todo lo contrario, porque en el Yunnan hasta el aire pica. Rita tuvo que vivir de galletas de coco y mucho, mucho arroz.

Esa noche fuimos a “Dynamic Yunnan,” un show muy elaborado de los bailes típicos de la región. Allí conocimos por primera vez al elegantísimo baile del pavo real, al ahora épico baile de la hormiga, y al rarísimo canto del alga. Muy turístico, pero muy bien puesto también, y una excelente introducción a la provincia. Los términos del itinerario que me habían parecido tan lejanos e intangibles en el aeropuerto comenzaron a coger cuerpo, y ya casi no podía de la emoción.

Salimos con la gente del grupo luego. Bien armados con un baijiu (un aguardiente de arroz, trigo, o sorgo que te patea el estómago, y la cabeza, y todos los órganos del cuerpo pero que es bastante barato,) salimos a caminar por la ciudad y luego a un bar. Esa noche probé el baijiu con bastante desconfianza, pero cada sorbito que le daba me gustaba más. No es muy diferente que tomar pisco a secas cuando te lo tomas tranqui y con respeto. Como sólo le di unos sorbos pude caminar sin tambalearme hacia al hotel por las calles iluminadas bien a lo chino con luces neón.

No hubo tiempo para hacer mucho más. Dejamos pendiente para el regreso ir al bosque de piedras (que no es muy diferente al de Cajamarca,) ver mejor a las gaviotas, y comer los “Over the Bridge Noodles”--un caldo muy caliente al que le metes tallarines, pavo, huevo, y carne para que se cocinen. Cumplimos con los últimos dos…

La mañana siguiente nos subimos al bus y empezamos nuestro aventura por el Yunnan de verdad--el de los pueblos, el de los grupos étnicos, el de los paisajes soñados.